Es domingo y la familia se reúne. Los adultos toman una copa mientras hablan de sus cosas: política, economía y labores. El tiempo pasa a su lado y los niños, que hace poco dormían en el regazo de sus madres, corren por todas partes. Uno los mira y no puede menos que asumir que la razón por la que tenemos piernas es para correr.

Como en la vida, en la carrera hay tres fases: apoyo, impulso y recuperación. Cada zancada requiere de esos tres momentos, bien definidos. Antes de iniciar, los dos pies están en contacto con el suelo para sentir el apoyo y levantar una pierna para lograr el impulso, que ocurre cuando un pie está en el aire. La recuperación ocurre en seguida, todavía con ese pie levantado, que quiere llevar al cuerpo más allá, con la bomba cardiaca aumentando la tensión de esa música fascinante que tenemos dentro y que casi nunca escuchamos, pues no permitimos que los instrumentos corporales la toquen para bailar al ritmo del universo.

Por un tiempo menor a un segundo, mientras el corredor salta, ambas piernas están en el aire. Logra ver cumplido su deseo de volar, en un instante que le llena de emociones provocadas por la cascada de endorfinas que circulan por su sistema.

Los expertos en carreras conocen su postura idónea, la mejor cadencia y la velocidad perfecta. Cada uno de estos términos tiene su equivalencia en la vida: tenemos que aprender a defender una postura ideológica sin caer en el riesgo de provocar lesiones a quienes amamos. La cadencia con que trabajamos tiene que ser constante: en el caso de un corredor, es de 85 a 100 pasos por minuto.

Haruki Murakami, autor japonés, ha sido un corredor incansable. Como los grandes deportistas, tiene una disciplina férrea, que lo ha llevado a correr maratones y ultramaratones (100 kilómetros). Su libro De qué hablo cuando hablo de correr —inspirado en el título de Raymond Carver, De qué hablamos cuando hablamos del amor— es una confesión personal. En este volumen, Murakami describe sus razones: “El acto de correr se ha incorporado a mi vida y constituye una parte placentera e indispensable de mi cotidianidad”.

Los primeros ocho relatos de este libro están fechados entre el 5 de agosto de 2005 y el 1 de octubre de 2006. También incluye un texto escrito en 1996, una descripción llena de humildad y verosimilitud que habla de su esfuerzo para lograr la carrera de 100 kilómetros.

Poseedor de una vida excepcional, el intelectual dedicó años a atender un café llamado Peter Cat, ambientado con música de jazz. Es uno de los novelistas más exitosos del mundo: sus libros reflejan la soledad y el ansia de amor que caracteriza al individuo de finales del siglo XX y los inicios de nuestro milenio. Desde los 33 años, se dedicó a correr con perseverancia, para adquirir una profunda percepción de sí mismo y de su cuerpo. Ha dicho que escribir una novela es un proceso de largo aliento, semejante al de prepararse para correr un maratón.

La escritura de libros es un proceso que entra en mi experiencia personal. En cuanto a las competencias, solo he participado en carreras de cinco kilómetros. Es verdad: hay momentos sublimes cuando las piernas se impulsan y desafían el viento.

Muchos de los corredores con más éxito proceden del valle del Rift, en Kenia. Pertenecen a la tribu Kalenjin, que tiene tres millones de personas. El fisiólogo sueco Bengt Saltin dirigió una investigación reciente sobre los corredores kenianos. Se encontró con algunos hallazgos: estos africanos tienen mayor capacidad de resistencia porque gastan menos oxígeno. Pueden correr 10% más distancia que sus oponentes europeos, con el mismo oxígeno. Son más ligeros, porque su relación estatura/peso es más favorable.

Los corredores de Kenia no viven en su país. Se desplazan a todas partes para correr maratones. Llegan con meses de anticipación, se adaptan a la altitud y al aire, entrenan con fruición. No requieren mayor conocimiento de la cultura o la historia de la región que los acoge. Se dedican a reconocer el trayecto del maratón, lo hacen suyo.

Viven de sus premios, envían el dinero a sus familias. Gastan lo indispensable para sus viajes. Los precios son muy significativos: el maratón de Berlín de 2019 ofrece una bolsa en metálico de un millón de dólares, que puede aumentar en caso de superar un récord. Además, están los contratos de marcas de ropa deportiva y otros ingresos.

Filípides, incansable corredor profesional de Esparta que corrió de Maratón a Atenas en el siglo V antes de Cristo, inspiró a Robert Browning, que en 1879 escribió: “Entonces, cuando Persia fue polvo, todos gritaron: ¡A la Acrópolis! / ¡Corre, Filípides, una carrera más! ¡Tendrás tu recompensa! / Atenas se ha salvado gracias a Pan. Ve y grítalo.” [...] / Como vino que se filtra en arcilla, / la felicidad que fluía por su sangre le hizo estallar el corazón: ¡el éxtasis!”.

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