Mantener la autonomía del INE es considerada como la más importante batalla política de todo el sexenio; la última oportunidad para preservar la democracia en el país; o, de perderse, el punto de no retorno que dejaría libre el camino a López Obrador para instaurar la versión mexicana del chavismo venezolano (socialismo del siglo XXI).

La iniciativa política de reforma al INE, propuesta por AMLO, representa un peligro de regresión democrática al tener el control total del proceso electoral; perpetuar a su partido en el poder a través de un árbitro a modo, subordinado a sus caprichos. La amplia experiencia de Manuel Bartlett en materia de fraudes electorales no deja lugar a duda.

Con el pretexto de abaratar la democracia, AMLO propone quitar diputados, senadores, concejales municipales y transferir funciones al gobierno, para dejar un organismo nacional que organice elecciones federales, estatales y municipales, y un solo Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Al emitir el gobierno un documento nacional de identidad controlaría el padrón electoral y con ello las elecciones. Esto le permitiría a AMLO tener el control político de la ciudadanía.

Que el nombramiento de consejeros del INEC sea a través de una onerosa elección nacional, hace ver lo falso y ridículo de la pretensión de reducir los costos de operación del Instituto, ya que el mecanismo hasta ahora utilizado tiene costos mínimos y garantiza la especialidad y autonomía de los consejeros.

Eliminar la representación proporcional llevaría a sobrerrepresentar a los partidos más poderosos, en tanto que los partidos pequeños quedarían subrepresentados o desaparecerían. Igualmente, el sistema de listas cerradas otorgaría a los dirigentes un mayor poder en la definición de candidatos, generando cacicazgos y dañando la democracia interna partidista.

Andrés Manuel requiere una institución a modo que le permita perpetuarse en el gobierno a través de Morena, lo que equivaldría a reeditar el viejo PRI, y volver al país cuando menos 50 años atrás de su historia democrática.

Para COPARMEX y el CCE esta propuesta no ha sido consultada con las diversas fuerzas políticas del país ni brinda garantías de independencia e imparcialidad que nos permitan avanzar en la celebración de elecciones limpias y transparentes en un ambiente de certidumbre y de respeto de los resultados electorales.

Para la Comisión de Venecia “reformar un sistema que funciona bien y que goza de la confianza de diferentes actores electorales gracias a décadas de evolución democrática, conlleva un riesgo inherente de socavar dicha confianza”.

Para la Iglesia católica “Ningún ciudadano y menos los gobernantes que juraron guardar y hacer guardar la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, tienen derecho a impulsar reformas que eliminen o comprometan la fortaleza de las Instituciones que son el soporte del Estado Mexicano, como es el caso del INE y del TEPJF. La sola pretensión de hacerlo pone en entredicho la calidad moral de quienes la impulsan.”

Desaparecer al INE para crear el INEC sería reeditar la desaparición del Seguro Popular para crear el inservible Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) o las inútiles Comisión Nacional de Derechos Humanos y a la Fiscalía General de la República.

Todo lo que toca AMLO, lo descompone o lo destruye. Basta con preguntarle a los 15 millones de mexicanos que perdieron el acceso a la salud.

Periodista y maestro 
en seguridad nacional

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