Cuando ya creíamos que la habíamos librado, el 2020 se llevó al compositor yucateco Armando Manzanero, famoso por su estilo romántico, sus maravillosos duetos y, más recientemente, por sus comentarios misóginos y su violencia psicológica y física hacía las mujeres de su familia.

Don Armando no es el único hombre talentoso que aplaudimos y que nos mostró su lado oscuro en la era del #MeToo.

Tenemos a Dominique Strauss-Khan, ex-director del Fondo Monetario Internacional y a quien sus compañeros del Partido Socialista disculpaban su acoso, violencia y hostigamiento sexual mientras le exaltaban como gurú de la economía y lo ungían como futuro presidente de Francia, lo que finalmente no ocurrió.

Tenemos a Jeffrey Epstein, el multimillonario amigo de Bill Clinton y el Príncipe Andrés de Inglaterra y dueño de un lujoso jet al que sus amigos llamaban "Lolita Express" por el gran número de mujeres menores de edad que este depredador sexual llevaba a su isla privada y ofrecía a sus visitantes. Al final ni sus amistades ni su fortuna lo libraron de la cárcel en la que murió sin llegar a juicio.

Hollywood nos trajo a Harvey Weinstein, famoso por producir películas como Pulp Fiction, Bastardos Sin Gloria y El discurso del Rey y quien fuera acusado por más de 80 mujeres, entre ellas la actriz Ashley Judd, encontrado culpable y sentenciado a 23 años de prisión por los delitos de acoso, abuso sexual y violación.

Y qué decir del presidente de EU, Donald J. Trump, célebre por su frase “a los famosos les permiten cualquier cosa, inclusive que las agarren de la vagina" y quien cuenta con más de 26 acusaciones en su contra, desde acoso sexual hasta violación y que han traído consecuencias negativas, no para él por supuesto, sino para las mujeres que decidieron denunciarlo.

Los casos de violencia perpetrada por hombres famosos son cada vez más públicos y cada vez más comunes. Acusaciones contra científicos, industriales, futbolistas, actores, políticos y compositores, hombres poderosos que han escalado las esferas más altas de la fama gracias a un enorme talento en sus campos de acción. Sin embargo pareciera que por su talento, riqueza o habilidad, la sociedad les confiriera una capa de inmunidad ante la violencia que cometen contra las mujeres. Ese es el problema.

En México y el mundo, miles de mujeres han denunciado en fiscalías, medios y redes sociales el acoso sexual de escritores, periodistas, catedráticos, actores, deportistas, políticos y activistas.

Como sociedad no podemos seguir justificando la violencia que un hombre poderoso ejerce contra las mujeres y al mismo tiempo celebrar sus logros como si fueran dos hechos totalmente aislados. No importa si el agresor fue un excelente compositor, cabeza de la industria, el futuro de la ciencia o el único que puede dirigir el destino del país.

La violencia contra las mujeres no puede ser ignorada ni disculpada porque quien la comete es un hombre famoso, rico o poderoso.

Eso es lo que aprendí.

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