Como integrante de la Comisión de Desarrollo Económico del municipio de Corregidora, así como por mi vocación como empresario, creo imperante trabajar en favor de un desarrollo urbano integral que considere aspectos fundamentales como la ordenación de la actividad económica en el municipio.

Nuestro municipio tiene un crecimiento poblacional de los más dinámicos de nuestro país, cercano a 6% anual; esto es todo un reto para cualquier administración ya que dicho incremento en la población demanda cobertura de los servicios e infraestructura necesaria.

Sin embargo, sabemos que los presupuestos no crecen con esa misma celeridad, y mucho menos cuando ha existido indolencia e indiferencia en la atención a temas que demandaron acciones que simplemente fueron ignoradas.

Como ayuntamiento, no podemos seguir siendo omisos, estamos obligados a resolver problemas que tienen un origen distinto al inicio de nuestra gestión que no pueden esperar más.

En días pasados en estas mismas páginas se nos refería que cerca de 3 mil familias viven en zonas de riesgos, constituyéndose en claro ejemplo de lo arriba referido.

Ha habido una desatención en torno a temas puntuales. Por años hubo omisión en la atención al crecimiento de asentamientos irregulares y de muchas comunidades que al no estar concentradas en el área urbana, estuvieron al margen de las acciones prioritarias.

Cada semana recorro el municipio recogiendo de diversas comunidades profundas carencias que de acuerdo a una lógica simple y más allá del rigor de la metodología que delinea las condiciones de clasificación en el desarrollo humano, existe un pasivo histórico heredado.

Si bien como ayuntamiento estamos próximos a cumplir seis meses de haber iniciado funciones, lo cierto es que es inevitable asumir la responsabilidad ante estas familias.

Tenemos la obligación de ampliar el debate, los fenómenos que suceden en Corregidora derivados de la marginación y pobreza tienen en toda el área metropolitana un impacto colateral. Por ello debemos sumar voluntades en los tres niveles de gobierno para poder encontrar juntos soluciones; no podemos aislarlos o seguir evadiendo la toma de decisiones conjunta, como área metropolitana.

Estamos obligados a trabajar en la construcción de un ayuntamiento moderno y flexible pero sobre todo, sensible a las necesidades presentes y a largo plazo que demandará este municipio.

No es fácil para una población que mentalmente no concibe en dónde inicia o en dónde terminan los municipios de Querétaro y Corregidora, entender por qué en uno se impulsa una red de conexión y acceso a internet abierto y en otro no; o bien, por qué en un lugar se paga derechos municipales por licencias de funcionamiento para establecimientos mercantiles y otro no.

Debemos empezar a alinear las políticas públicas generales, encontrar una homologación que no violente la autonomía del municipio y que sí nos da fortaleza y competitividad. Es momento de constituir mesas intermunicipales de diálogo abierto que complemente el esfuerzo desplegado por los presidentes municipales.

Como regidores del municipio tenemos que generar un análisis puntual en torno al reglamento que atienda a los recientes cambios en el Código Urbano para el estado de Querétaro, para así tomar decisiones puntuales que impactarán en las futuras generaciones.

Nuestra colaboración será determinante dada la condición de competitividad para el área metropolitana de Querétaro, la cual sabemos —gracias al Instituto Mexicano para la Competitividad— es la cuarta más importante. De ese tamaño es la responsabilidad de las decisiones.

Regidor en el municipio de Corregidora

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