Entre los importantes acuerdos de la Cumbre de la Tierra llevada a cabo en Río de Janeiro en 1992, se señala que la causa más trascendental del deterioro continuo del medio ambiente en el planeta son los patrones insostenibles de consumo y producción; por otro lado, en el marco de la Década de Educación para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (2005-2015), se subraya que la educación de los ciudadanos sobre los temas relacionados con el consumo sostenible es de importancia crucial.

En artículos precedentes se ha expresado la relevancia de lograr una educación que cultive en toda persona el sentido de la responsabilidad para un consumo sostenible, esto debe ser un objetivo prioritario y una herramienta indispensable en la ruta hacia la sostenibilidad.

Consumimos recursos naturales y producimos residuos a un nivel inadmisible, rebasando los límites de la capacidad de regeneración y asimilación de desechos en la naturaleza.

Un recurso natural es un bien o servicio proporcionado por la naturaleza, sin alteraciones por parte del ser humano. Los recursos naturales, que pueden ser renovables o no renovables, nos resultan valiosos porque contribuyen al bienestar y al desarrollo de manera directa (materias primas, minerales, alimentos) o indirecta (servicios).

Como ejemplo de recursos renovables tenemos el agua, el aire y la madera, entre otros; entre los no renovables tenemos el carbón, el petróleo, los minerales, metales, así como también el agua subterránea cuando no es susceptible de recarga (acuíferos confinados).

El acuífero del Valle de Querétaro ha sido sobreexplotado y la tendencia ha sido que su abatimiento promedio de los últimos años sea del orden de 3 metros anuales. El Acueducto II es la nueva fuente de abastecimiento proveniente de la Cuenca del Pánuco que permitirá disminuir la extracción de agua del subsuelo.

El agua es uno de los recursos naturales más importantes que tenemos, fundamental para la vida, sin embargo no la hemos aprovechado con el cuidado necesario, a todos nos asiste el deber de utilizarlo racionalmente, en los sectores agropecuario, urbano e industrial.

Una vez utilizada el agua se descarga y llega a los cauces naturales, en la mayoría de las veces con algún rango de contaminación; en el mejor de los casos esta agua contaminada habrá recibido tratamiento adecuado a través de una planta para tal propósito, luego será entregada a los causes federales cumpliendo la normatividad correspondiente, asociada a ciertos parámetros. Todas las aguas residuales deben ser sujetas a tratamiento, al menos cumpliendo la normatividad.

Una de las cosas en que todos podemos aportar para el uso responsable del agua, consiste en optimizar su manejo, evitar su contaminación, disminuir su consumo y reutilizarla. Aprovechar el agua de lluvia será altamente benéfico para una multitud de propósitos, esto aplica para cualquier región. Es menester reducir nuestra huella hídrica, lo cual también tiene que ver con nuestros hábitos de consumo. Hace dos semanas se trató en este espacio del significado de la huella hídrica, cada persona tiene la propia, según su estilo de vida y las actividades que lleva a cabo. También tenemos nuestra “Huella Ecológica”, que mide la cantidad de tierra productiva requerida por una persona, un país o el planeta, para producir recursos y asimilar los desechos, el impacto humano sobre el medio ambiente sobrepasa ampliamente los índices de sostenibilidad y lo malo es que sigue creciendo, la humanidad está excediendo los límites de la capacidad biofísica de la Tierra. En cuanto al agua debe insistirse, se requiere forjar una cultura del agua fundada en la escasez y no en la abundancia. Las reservas de agua dulce representan un legado común, un patrimonio público y una responsabilidad colectiva.

Procurador del Medio Ambiente de Querétaro.

jzepedag@queretaro.gob.mx

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