“…Mexicanos: encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a obtener y a consolidar los beneficios de la paz. Bajo sus auspicios, será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los derechos de todos los habitantes de la República. Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Benito Juárez, 15 de julio de 1867.

El pasado 13 de noviembre el mundo se enteró de los ataques terroristas que ocurrieron simultáneamente en seis lugares distintos de la capital de Francia. Uno en las afueras, en el Stade de France, en el suburbio norte y los demás en los distritos centro y este de París.

En un comunicado, difundido en video, el Estado Islámico reivindicó que ocho de sus miembros llevaron a cabo los ataques a París, “por la participación francesa en la guerra contra el Estado Islámico y atreverse a insultar al profeta… en el semanario Charlie Hebdo”. Recordemos que el 7 de enero de este año fue atacado este semanario satírico, y Francia elevó su alerta terrorista a un nivel más alto y desplegó a soldados en Isla de Francia y Picardía.

Francia integra la coalición antiIS (Estado Islámico por sus siglas en inglés) liderada por Washington. EU anunció a principios del mes el despliegue de cerca de 50 miembros de las fuerzas especiales en tareas de “entrenamiento y asesoramiento” para combatir al IS, aunque el presidente Obama matizó que “no estarán en los frentes de combate”.

Ahora, aviones de combate galos bombardearon la mayor ciudad que el Estado Islámico controla en Siria.

El mundo se encuentra ante un escenario intranquilizante, que turba e inquieta, un escenario de guerra, en donde no hay posiciones distintas o contrarias, sólo actores ansiosos de poder con opiniones diferentes y enfrentadas, que son incapaces de dialogar para alcanzar el mínimo consenso, ciegos ante el sufrimiento que causan sus decisiones.

El mundo necesita una paz social como entendimiento y buenas relaciones entre naciones, o estratos sociales en un país, que los individuos tomen decisiones exentas de cólera, odio o sentimientos negativos. La idea de la paz es tan antigua como la misma humanidad, es generalmente definida como una ausencia de disturbios, agitación o conflictos, es necesario que las relaciones entre Estados se den sin enfrentamientos y violencia. Para el proceso de desarrollo de la paz se requiere de esfuerzos de las partes interesadas para lograr una solución duradera.

Esta paz debe estar ligada a la tolerancia. La ONU define a la tolerancia como “…el respeto, la aceptación y el aprecio de la riqueza infinita de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos…”. La tolerancia es inseparable de los derechos humanos y de la paz, es el grado de aceptación frente a puntos de vista diferentes, pensamientos o actos encontrados a una regla moral, social, religiosa, sexual, etc.

La tolerancia está unida con el respeto. Si se tiene respeto se comprenden los valores e ideas de otra persona; con la tolerancia intentamos “soportar” algo o a alguien independientemente del juicio que asignamos: podemos odiar aquello que toleramos. Practicar la tolerancia no significa renunciar a nuestras convicciones personales. Aceptamos el hecho de que los seres humanos naturalmente somos diversos y tenemos derecho a vivir en paz y a ser como somos en comportamiento y valores.

La tolerancia es la armonía en la diferencia. “No estoy de acuerdo contigo, pero te ‘tolero’ por respeto a las diferencias”

Concluyo: Hoy está más vigente que nunca el apotegma del licenciado Benito Juárez García, requerimos de paz enriquecida por la tolerancia y el respeto al derecho ajeno.

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