En nuestra anterior entrega hablamos de un gran compositor romántico: Carl Maria Von Weber. Continuamos ahora con la obra de Robert Schumann. Robert Alexander Schumann nació en Zwickau, Reino de Sajonia en 1810 y falleció en Endenich, hoy en día Bonn, en 1856. Fue un prolífico compositor alemán, considerado uno de los más grandes representantes del romanticismo. Capturó como nadie el espíritu inocente de la primera literatura alemana romántica. Se dice que sus dos grandes obsesiones fueron la literatura y la música, aunque no tuvo una formación profesional en ambas. Su madre lo forzó a estudiar leyes, pero cuando siendo estudiante en Leipzig oyó tocar a Paganini, decidió ser músico. Tomó clases de piano con Friedrich Wieck cuya hija, Clara, era un prodigio en el piano desde los 11 años de edad y quien habría de convertirse en su esposa, a pesar de la diferencia en edades (Clara sólo tenía 16 años y Robert 25). El padre de Clara prohibió la relación pero lo llevaron a tribunales y se casaron en 1840. Tuvieron 7 hijos. Clara Schumann, además de ser una virtuosa y consumada pianista, de fama internacional, era también compositora e influyó mucho en Robert convenciéndolo de no dedicare solamente al piano y abordar otros géneros como el concierto. Es precisamente a partir de 1841 cuando compone oberturas sinfónicas y conciertos, en los que, sin embargo, el piano sigue teniendo un papel principal. Schumann abandonó sus estudios de Derecho y se trasladó a la casa de los Weick a estudiar música y al no lograr ser concertista debido a que una grave lesión en su mano derecha se lo impidió, se dedicó de lleno a la composición y se convertiría finalmente en uno de los más reconocidos compositores de su siglo. Como director de una revista musical dio a conocer la música de los jóvenes compositores Frédéric Chopin y Johannes Brahms. Su interés por la música fue poderosamente estimulado por las obras de Franz Schubert y Félix Mendelssohn. Schumann, de un claro talento como pianista, publicó numerosas obras maestras para piano. Tenía inclinación por las miniaturas y construía una suite alrededor de un tema musical. No era muy experto en la estructuración de obras de gran escala, como las de Brahms o Liszt. De sus obras para piano la que más perdura es su Fantasía en Do Op. 17 (1838), dedicada a Franz Liszt y fue su tributo a Beethoven. Las obras para piano favoritas del que esto escribe son: Carnaval, Op. 9, Kreisleriana, Op. 16 y Escenas de niños. Siguiendo los pasos de Schubert compuso un ciclo de canciones Amor del Poeta, Op. 48. Su Sinfonía Renana No. 3, Op. 97 con una estructura inusual, es un tributo a la belleza de Renania. Por consejo de Liszt compuso un Quinteto para piano, Op.44, género que entonces no estaba de moda pero que allanó el camino para los quintetos para piano de Brahms, Franck y Dvořák. Escribió también 2 Sonatas para piano y violín, un glorioso Concierto para violonchelo y orquesta y su única ópera, Genoveva, que no tuvo éxito, así como la Sinfonía en Re menor y el Concierto para violín y orquesta. En 1846 estrena en Leipzig su Concierto para piano y orquesta, ejecutado brillantemente por su esposa, Clara. Hacia el final de su vida compone su Misa, y un Réquiem. De carácter depresivo, intenta suicidarse arrojándose al río Rin. Fue ingresado en un manicomio donde murió a los 46 años víctima de un colapso neuro-circulatorio (hay quien afirma que fue sífilis). Clara, quien falleció en 1896, está enterrada en la misma tumba que Robert. *Diplomático queretano; diletante de la música clásica.

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