Dedicado a los que hoy sufren.

La tradición cristiana nos ha dicho: “si tienes fe como un grano de mostaza, le dirás a esta montaña quítate y lo hará…”.

Pero, ¿cómo hacer eso? Y más en momentos como estos, en los que parece que “nos llueve sobre mojado”, después de los terremotos que asolaron nuestro país.

Necesitamos tener confianza y la fe es una buena herramienta. Tener fe también tiene método científico. Según el diccionario, la fe es “la creencia y esperanza personal en la existencia de un ser superior que generalmente implica el seguimiento de un conjunto de principios religiosos, de normas de comportamiento social e individual y una determinada actitud vital”

La fe, en nuestra cotidianidad, es un sentimiento que nos puede mantener vivos, alegres, confiados, en estados de tranquilidad, con bajo estrés y en control del miedo al futuro.

Psicológicamente es una mezcla consciente de pensamientos enfocados en un estado deseado y emocionalmente conlleva sentimientos de confianza. ¿Cómo llegar a ese estado si hay momentos de crisis? Tiene dos estructuras: tener pensamientos positivos constante y frecuentemente y una emocionalidad sanamente expresada.

Mentalmente. Dependemos mucho del ambiente, las personas y los sucesos. Lo ideal es saber transitar en estados de tranquilidad e interpretar adecuadamente la realidad. Tener fe es darle una conveniencia vital a nuestra realidad, una buen justificación para el bien propio y el bien común. La interpretación alarmista de la realidad y con expectativas catastróficas le roban la tranquilidad a cualquiera, y más si es frágil emocionalmente.

Primer paso. Interprete que su realidad es para bien, que está aprendiendo cuando las cosas no salen bien, que usted tiene capacidad, que es digno, que no hay problema que lo supere, que Dios está con usted y que no lo abandonará, que las cosas suceden para algo y que después viene la calma.

Esto requiere de una gran cantidad creativa de argumentos, de filosofía, de convencimiento personal, porque si logra convencer a su cerebro, tendremos un primer gran resultado: confianza en sí mismo.

Por favor no sature su mente de información negativa, que le diga que no puede, “lógica” que le diga que eso no es posible, que deteriore su autoestima, tratando de convencerlo que usted no puede o que eso no es para usted. Por ello son tan importantes las filosofías religiosas, místicas o que nos convenzan racional y emocionalmente.

Segundo paso. Manejar sus emociones es un reto simple. Hay cinco: miedo, afecto, tristeza, enojo y alegría. El afecto y la alegría son importantes porque generan endorfinas, serotoninas, oxitocinas y todo tipo de hormonas llamadas opioides que generan bienestar corporal, sensación de relajación, armonía y que son medicamentos naturales del cuerpo. Mantener experiencias con personas, animales y naturaleza, lo ayudarán a sentirse bien; consumir material estimulante o motivador, hará que su cuerpo de manera natural segregue esas sustancias favoreciendo buenos estados de ánimo.

Los 3 sentimientos restantes, hay que administrarlos expresándolos adecuadamente. Cuando uno “se guarda” los sentimientos, se genera en el cuerpo un “atore emocional” que puede generar sensación de malestar y poco a poco se va acumulando generando estrés y en su momento acciones explosivas cuando no puede contenerse. Es importante que, si algún evento le causa malestar, lo hable, lo exprese con todas las emociones pero, sobre todo, que lo resuelva, que busque soluciones y que haga que esa energía se mueva para que no se quede en patrones autodestructivos.

Tercer paso. La fe religiosa tiene su ingrediente principal, pero debe ayudar a levantar el ánimo, a convencer de que tenemos un ser superior que es amoroso, comprensivo y ayudador incondicional. Conozco religiones que castran la confianza personal con amenazas de infiernos y castigos terrenales. Las ideales son las que repiten constantemente que sus feligreses son especiales, queridos, aceptados, amados, que tienen otra oportunidad, que son dignos y elegidos por Dios. Esto levanta el ánimo, la confianza personal. Hágase de un credo filosófico que le convenga a su autoestima, que le haga sentir tranquilo, confiado y apoyado.

Una vez que tiene estos ingredientes puede proceder a declarar lo que desea, a acercarse al objeto deseado, a pedir ayuda, a aprender a actuar.

Especialista en educación, desarrollo organizacional y humano

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