A mediados de noviembre de 2016, el presidente Enrique Peña Nieto llamó a Ildefonso Guajardo para preguntarle si se sentía capaz de encabezar, a nivel técnico, las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Sería, le dijo, una “dura batalla” contra los intereses de las industrias más importantes de Estados Unidos.Donald Trump acababa de ganar la presidencia y su discurso nacionalista y antimexicano presagiaba una ríspida modernización —como entonces prefería llamarla el gobierno mexicano— del principal acuerdo comercial del país.

En paralelo, Peña Nieto consultaba a sus principales asesores para delinear la estrategia política. Al primero que recurrió fue a su amigo Luis Videgaray, a quien le preguntó desde qué posición podría tener más influencia en las negociaciones. Sin dudarlo, el ex secretario de Hacienda le dijo que en la Cancillería.

Su cercanía con el yerno de Trump, Jared Kushner, eran fundamentales para abrirse puertas en Washington. Fue así que, tras ser nombrado secretario de Relaciones Exteriores en enero de 2017, comenzó a viajar a la capital estadounidense junto con un grupo de especialistas, a quienes contrató de tiempo completo para que operaran desde su oficina de Julio Verne, en Polanco.

Ambos sabían que tal decisión sería una afrenta contra el ex presidente Carlos Salinas, pues significaría relegar a su sobrina Claudia Ruiz Massieu.

Fue así como comenzaron a formarse los equipos de negociación. En la parte técnica, Guajardo conformó un equipo negociador integrado por Kenneth Smith, jefe de la negociación técnica del TLCAN; Salvador Behar, jefe negociador adjunto, y Juan Carlos Baker, subsecretario de Comercio Exterior, así como un grupo de asesores como Jaime Zabludovsky, Herminio Blanco y Luis de la Calle. Jaime Serra Puche, el líder más visible de la negociación de 1994, también fue consultado en varias ocasiones.

En la parte diplomática, Videgaray se encargó de integrar un grupo de cabilderos en el congreso estadounidense y en la Casa Blanca con la ayuda del recién nombrado embajador de México en Estados Unidos, Gerónimo Gutiérrez. Sin embargo, la mayoría de las veces el canciller operaba solo. Eran comunes los viajes a Washington sin una agenda pública. Su relación con Jared Kushner y el acceso a información privilegiada —como que a inicios de 2017 Trump pidió a su asesor Rob Porter redactar una carta para iniciar el proceso de salida del TLCAN— le permitieron negociar “por la libre” muchos aspectos del tratado y de la relación bilateral.

Así comenzaron los choques entre Videgaray y Guajardo. El secretario de Economía, empero, tenía de su lado a los empresarios y al cuarto de junto, encabezado por Moisés Kalach y Juan Pablo Castañón. Era él quien conocía los tecnicismos y la “letra chica” de lo que se estaba renegociando.

Guajardo fue uno de los funcionarios mexicanos que acompañó las negociaciones del TLCAN hace 22 años. En 1991 se integró a la oficina para Asuntos del Tratado de Libre Comercio, con sede en la embajada de México en Washington, misma que dirigió hasta 1994.

La carrera de Guajardo como funcionario público ha estado casi siempre ligada a asuntos de comercio exterior y de relaciones bilaterales. Tras su paso por la Embajada de México en Estados Unidos, fue oficial mayor en la Secretaría de Relaciones Exteriores; subsecretario de Desarrollo Turístico y Secretario Técnico de Planeación, Comunicación y Enlace en la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial.

También fue presidente del Grupo de Amistad México-Estados Unidos en la LXI Legislatura en la Cámara de Diputados y encabezó la coordinación de vinculación empresarial durante la campaña de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República. Luego fue su vicecoordinador de Política Económica en el equipo de transición y finalmente secretario de Economía.

Videgaray considera a Guajardo protagonista, pero sus allegados lo defienden: “Ha protegido los intereses de los mexicanos en la renegociación del TLCAN y en muchas otras”. Recuerdan que el primer round formal entre México y Estados Unidos, en el contexto de las mesas de discusión, fue un acuerdo referente al comercio de azúcar que llevaba más de tres años peleándose.

Asimismo, encabezó la representación de México para integrarse al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y la modernización del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea.

Y sí: Ildefonso Guajardo quiere ser recordado como el Jaime Serra Puche del TLCAN 2.0.

Posdata. Aún hay posibilidad de que todo se venga abajo. Si Estados Unidos y Canadá no llegan a un acuerdo y el Congreso estadounidense rechaza el tratado bilateral con México, la negociación en principio podría caerse… y entonces Trump sería capaz de renunciar al TLCAN. Es el peor escenario, pero Guajardo y los empresarios sí lo tienen considerado.

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