Ricardo Monreal confronta la política criminal del presidente Andrés López Obrador. En el curso de la semana el titular del Poder Ejecutivo volvió a defender su política de “abrazos y no balazos”. Afirmó que no actuará como lo hizo el presidente Felipe Calderón, en referencia a otro frente de confrontación que abrió con la grey religiosa de México. Bajo la mentira de “mátalos en caliente”, sostiene que no hará lo mismo.

El coordinador de la bancada de Morena en el Senado, sin mencionar el nombre del presidente ni su “programa de seguridad en contra de la delincuencia”, cuestionó duramente la tibia política del gobierno de la 4T, para combatir a la delincuencia. En conferencia de prensa, el coordinador afirmó: “Los homicidios, feminicidios, desapariciones, la trata de personas, el tráfico de migrantes, las agresiones a periodistas, a los defensores de derechos humanos y ambientalistas son crímenes que no pueden aceptarse y son crímenes que deben de combatirse sin tregua y sin parangón, como una medida ejemplar para evitar su reincidencia”.

Propuesta tardía pero clara de Monreal que confronta la criticada política por propios y extraños de los “abrazos” para abatir a los delincuentes; demás impone el deber a las autoridades que combaten la delincuencia, de cuidar a los infractores de la ley, por el simple hecho de ser seres humanos, pasando por alto la obligación constitucional y leyes secundarias impuesta al Presidente de la República, para mantener el orden y la paz social. La seguridad pública es prioridad frente a cualquier otra política en la materia. El imperio de la ley y la legitimidad del uso de la fuerza en contra de la delincuencia es mandato, no facultad discrecional de los obligados a cumplir y hacer cumplir la ley.

También se confronta con el episcopado católico. La cúpula de la jerarquía católica expuso sus críticas a la fallida política de los abrazos a los delincuentes impuesta por López Obrador. El presidente no se duele por los más de 123 mil homicidios dolosos durante su mandato.

El cobarde y artero asesinato de 2 religiosos católicos dedicados toda su vida a hacer el bien, llevó a la confrontación verbal a las partes. Tramposamente el presidente sustenta la mentira de su política criminal en palabras del Papa, mismas que tergiversa, dado que este practica la doctrina espiritual y ejemplos de vida de Cristo. En tanto que, el titular del Poder Ejecutivo, material y no espiritualmente, está obligado a gobernar terrenalmente, no a emular la “palabra de Dios”.

Analista legislativo. @HectorParraRgz

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