En la primera semana de la pasada temporada vacacional, se cancelaron en el aeropuerto de la Ciudad de México casi 200 vuelos, unos 25 al día, y la razón de ello, según una nota de César Arellano García publicada en el diario La Jornada, fue la saturación aérea.

Como es lógico, los pasajeros que deseaban visitar a sus familias o vacacionar, estaban enojados. Y por eso cuando uno de ellos vio al presidente López Obrador en el pasillo de la terminal aérea, gritó “Viva Texcoco”, exclamación que no fue violenta sino ardida.

Y sin embargo, en lugar de tener esa compasión de la que presume el presidente, ese amor del que habla tan bonito en las mañaneras (incluso cuando se refiere a los delincuentes), en lugar de darle a ese mexicano que forma parte del pueblo al que dice querer tanto (¿o será que pueblo solo son los pobres o sus incondicionales?) un abrazo fraternal como el que le dio al exembajador de México en Argentina o al expresidente de Bolivia, lo que hizo fue burlarse de él.

Con una sonrisa irónica, Andrés Manuel siguió caminando sin detenerse, mientras que las dos mujeres que lo acompañaban, ellas sí respondieron pero agresivamente. Una de ellas era su esposa, la señora Beatriz Gutierrez Muller, quien dijo “viva el municipio de Texcoco”. La otra, era la secretaria de energía Rocío Nahle quien gritó “vete a la Tapo”, sugiriendo con ello que si a dicha persona no le gustaba como eran las cosas en el aeropuerto, se fuera a su destino en camión.

¿A cuentos de qué esa violencia contra los ciudadanos?

Confieso que cada día me sorprenden más esas actitudes. No son las esperábamos quienes hemos seguido a AMLO desde hace tantos años y quienes lo vimos como jefe de gobierno en la capital. Y no solo eso. No recuerdo haber escuchado jamás de boca de ningún mandatario, de ninguno, ni de los más criticados y criticables, que cuando un ciudadano le hacía algún reclamo, diera una respuesta así de violenta o mostrara un gesto así de burlón. ¡Ni siquiera cuando el ciudadano Andrés Manuel López Obrador los acusaba o criticaba dándoles con todo! Y mucho menos recuerdo haberlo oído de sus esposas y de sus secretarios de estado, personajes por cierto a quienes nadie eligió y que solo por eso tendrían que ser si no amables, al menos no groseros con los ciudadanos.

Pero tristemente, vemos que en este gobierno hay varios que no entienden esto que es tan sencillo. Ejemplos: la señora Nahle, el señor Bartlett, la señora Padierna, por solo mencionar algunos, todos ellos sumamente agresivos con los ciudadanos. O la primera dama que siempre responde y opina sobre lo que no le gusta, pero no le gusta que le respondan a ella. Ni se diga el propio presidente de la República, que se pasa descalificando a quienes le hacen el menor cuestionamiento.

Todos ellos parecen olvidar tres cosas: la primera, que una figura pública no puede ni debe tener la piel tan delgada. La segunda, que el presidente gobierna a todos los mexicanos, no solo a sus seguidores e incondicionales. La tercera, que el gobierno se debe a los ciudadanos, porque somos los que lo pusimos allí con nuestros votos y los que lo mantenemos allí con nuestros impuestos.

Andrés Manuel podrá haber decidido cancelar el aeropuerto de Texcoco y construirlo en otra parte, decisión que muchos les parece correcta y a muchos incorrecta. Mi tema no es ese. Mi tema es que hoy por hoy es un hecho que el aeropuerto de la Ciudad de México resulta insuficiente para cubrir las necesidades de los mexicanos y esa realidad justifica el enojo, más aún cuando los funcionarios, legisladores y otros privilegiados van y vienen, ellos sí sin problema. Esto no solo tendrían que reconocerlo quienes nos gobiernan, sino incluso disculparse y hacerles saber a los agraviados que están trabajando en resolverlo. Mi tema pues, es que el respeto al derecho ajeno es la paz. ¿No es eso lo que ostentan como credo?

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