El título completo del artículo es, “Código de ética, de responsabilidades y de competencia para políticos mexicanos”. Demasiado para nuestros jerarcas. Mínimo para quienes los mantenemos. Repasar, valorar, medir, son espacios propios de las elecciones. Todos los sexenios finalizan mal. No hay uno donde el balance sea positivo. Los políticos reprueban, el país reprueba. Economía, educación y salud decrecen. Contrastar las cifras oficiales con la realidad es buen ejercicio. Los números no mienten: las alegres cifras gubernamentales contrastan con las tristes vivencias de más de la mitad de la población.

Podría parecer exagerado hablar en México de darwinismo social, cuya teoría explica que el más apto es quien sobrevive. No lo es si consideramos que en Occidente, en 2018, la meta no sólo es sobrevivir, sino vivir con dignidad, calidad, esperanza y futuro. Quienes viven endeudados desde el útero sobreviven con dificultad y mueren más empobrecidos. Los responsables de esa tragedia han sido y son los políticos. Para evitar que el futuro nos siga alcanzando, quienes gobiernan deberían ceñirse a un código ético mínimo y lógico.

Todo arranca donde debe. El PRI postula para la presidencia a un candidato que no es de ellos pero está con ellos. Amalgama imposible de aceptar para los priistas de corazón. López Obrador convence a su Morena para que Encuentro Social, partido con derroteros y filosofía contraria a la del séquito lopezobradorista se sume a su campaña. La combustión entre ambas ideologías es imposible. Finalmente, la alianza, Por México al Frente, entre PRD, PAN y Movimiento Ciudadano se conformó para derrotar al PRI. Las alianzas sin bases ideológicas, históricas y analíticas duran lo que pueden durar: perviven, ése será el caso PAN/PRD, mientras viva el PRI. En caso de ganar las elecciones, ¿qué ideología se impondrá?, ¿la de la izquierda?, ¿la de la derecha?, o la real: la de nada de nada.

Sería ético que existiese una suerte de Código de ética para nuestros políticos o para quienes se decanten por tan fructífero negocio. Propongo algunas ideas. Todas debatibles. Seguro debe haber muchas más. 1) Los políticos que deseen continuar no podrán haber pertenecido a más de dos —quizás tres— partidos. Cambiar de ideología, cualquier adulto lo sabe, no es sencillo. 2) Mientras ejerzan su oficio, no podrán ocupar más de dos Secretarías. Imposible fungir como secretario de Turismo, de Hacienda y de Salud. Cada una requiere habilidades y conocimientos distintos. 3) Al igual que en la mayoría de las profesiones, deberán presentar exámenes de competencia cada tres años con el fin de validar la vigencia de sus conocimientos. 4) Deberán escribir un listado, cada dos años —o tres— de las acciones positivas y los logros de su partido. 5) Deberán escribir un listado, cada dos años —o tres—, de los fracasos y omisiones de su partido. 6) Tendrán la obligación de opinar sobre, a) Situaciones políticas “límítrofes”, i.e., los casos de Javier Duarte, César Duarte, Rosario Robles y un largo etcétera; b) Situaciones humanas “limítrofes”, i.e, desaparecidos, tortura, indocumentados que mueren en los desiertos estadounidenses; c) Situaciones político/humanas “limítrofes”, i.e., desnutrición, trabajo infantil, muertes por inanición, semaforistas —personas que laboran en la calle para sobrevivir y que carecen de todo tipo de protección social—. 7) Cada dos o tres años deberán opinar sobre el inciso previo y contrastar los resultados. 8) Al iniciar el sexenio, los nuevos o reciclados políticos deberán opinar por escrito sobre la labor desempeñada por sus predecesores. La opinión pública decidirá si debe publicitarse o no dicho análisis. 9) Compartir, además de sus bienes económicos, su producción científica, universitaria, académica, cultural o periodística. El listado deberá contener los logros antes del magistrado político. 10) Enlistar metas y propósitos laborales al inicio del sexenio. 11) Enlistar logros y alcances al final del sexenio. 12) Hablar y escribir tres idiomas. 13) Etcétera.

Etcétera es una palabra interesante. Quizás algún lector o político pueda añadir o eliminar incisos. El papel no permite alargarse. Si permite repasar lo que ha sucedido en los últimos sexenios. Son muchos cánceres los que agobian a México. Imposible decir cuál es el peor. Obligado por el espacio opto por la pobreza. La pobreza no es responsabilidad de quienes nacen sin esperanza. Es fruto de la inoperancia y de los hurtos de nuestros políticos. Si hubiese un Código de ética para políticos mexicanos quizás podríamos detener el avance del todos los cánceres que nos amenazan.

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