Hay personajes en la historia, particularmente en aquella donde la tinta aún está fresca porque  son o fueron contemporáneos nuestros  y tenemos la oportunidad de conocerlos en vida y sabemos un poco más  de ellos que de aquellos que vivieron en el pasado que a nosotros no nos tocó vivir. Es algo así como el dicho que la historia de una guerra la escriben quienes la ganan, pero en realidad, quienes la viven tienen una perspectiva mucho más amplia de lo que realmente ocurre, tanto en aquello que tiene que ver con actos heroicos, como con atrocidades. Así, nos enteramos que las grandes figuras tienen también su lado íntimo y personal que muchas veces ni siquiera imaginamos, pero que forma parte de su propia naturaleza.

Hay grandes personajes  en las figuras del siglo XX y XXI  en el mundo entero como líderes religiosos, políticos, empresarios, científicos, artistas y más. Son personajes por que lograron por decisión o por circunstancia, por perseguir un sueño o por que otros los hicieron coincidir con esa oportunidad de ser y de jugar un papel de mayor importancia y trascendencia tanto en su vida personal como en la vida de millones de personas para influir de una u otra manera.

Muchos de ellos, quienes siendo verdaderos líderes de países y pueblos enteros tanto por el valor de sus ideas, como por el valor de sus acciones, no dejan de ser personas e individuos con una serie de talentos y defectos.

Me queda claro que en la mayoría prevalecen los primeros, por eso llegan a ser quienes fueron o son, pero también se conoce de sus puntos débiles que les llevan a cometer errores.  Así conocemos a hombres y mujeres de fama y poder, que en algún momento pierden la objetividad.

Otros tantos, son víctimas de su propio éxito y cometen el pecado de soberbia o el de omisión, lo que les lleva a desprenderse de la realidad y olvidan lo que han recibido de la gente pensando que lo que han logrado es un mérito exclusivamente unipersonal. Entonces, como por arte de magia, se desmorona todo lo construido hasta entonces. Muchas veces, estas circunstancias obedecen también al aislamiento que propicia la gente cercana a los personajes impidiéndoles poco a poco estar en contacto con la realidad cotidiana. El cultivo al ego y la vanidad hacen también lo suyo.

Así es la naturaleza humana y tarde o temprano todos, en nuestra proporción, somos sujetos de las circunstancias y presas de nuestras  propias debilidades. Por eso sabemos por enseñanza popular, que una de las mejores formas de aprender, es a través de los golpes que la vida nos propicia en ese juego de azar y de lo que nosotros mismos vamos sembrando y cosechando a lo largo del camino. Los fracasos son siempre enseñanzas y los éxitos siempre se deben beber a sorbos.

Los seres humanos todos, tenemos nuestros claroscuros, nuestras fortalezas y nuestras debilidades. El mayor logro es mantener el balance y cuidar el impacto y las consecuencias de nuestras decisiones. La perfección es un camino, difícilmente un destino inamovible. La naturaleza humana hace su tarea y también lo hace la inteligencia, la conciencia, los valores y las convicciones. Curiosamente también influye la convivencia en comunidad, desde la familia hasta la propia humanidad. Por ello también es fundamental mantener una idea clara de responsabilidad y corresponsabilidad en cada uno de los grupos que nos reúnen y donde convivimos cotidianamente.

Querétaro, la ciudad, va mostrando su propia dinámica en estos años del siglo XXI, distinta y ciertamente distante a lo que significaron las últimas décadas del siglo XX. La fama y la moda le pueden significar mareos comunitarios. Sin embargo, mantiene usos, costumbres y tradiciones centenarias que debemos cuidar con responsabilidad para consolidar un estilo que vaya más allá del propio crecimiento y de la dinámica con la que vivimos hoy en muchos lugares de este mundo que ya no tiene el mismo referente del tiempo para todos. No podemos ni debemos permitir que la prisa y la urgencia nos atrapen. Hay que darle su espacio a esta ciudad para que respire y muestre sus encantos. Hay que propiciar más espacios donde conozcamos y valoremos su riqueza histórica y cultural para que puedan convivir la tradición con la modernidad y mantener una identidad propia, que aún con sus claroscuros, mantenga una esperanza clara de la calidad de vida que valoramos en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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