Los sistemas políticos de la modernidad partieron del paradigma de la concentración del poder. Si bien es cierto que estos sistemas lograron avanzar en distintos aspectos, por otro lado excluyeron a los ciudadanos de responsabilidades públicas. La modernidad debilitó al ciudadano.

La ciudadanía es una figura necesaria para el desarrollo social; se refiere a la condición de pertenencia de una persona a una comunidad y supone derechos y obligaciones. Una sociedad con integrantes que no se comportan como verdaderos ciudadanos está destinada al fracaso.

Hannah Arendt insistía en la importancia para la sociedad de desarrollar el espacio público donde los sujetos puedieran hacerse ver ante otros. El poder hacerse ver ante otros es lo más importante de la ciudadanía, una plena identidad que nos hace pertenecer a la comunidad pública. Sólo a través de la identidad se genera el ambiente de confianza. Cuando no existe identidad clara, no se puede construir comunidad, no existe ambiente de confianza y se hace imposible el desarrollo de la ciudadanía.

Durante años, distintos pensadores preocupados por la debilidad de la ciudadanía en la modernidad, como Jürgen Habermas o Alejandro Llano, han buscado la superación del planteamiento político de la modernidad, de concentración del poder y ciudadanía débil. Una esperanza han sido las redes sociales como mecanismo de democratización y fortalecimiento de ciudadanía.

La esperanza de utilizar la tecnología para generar comunidades con espacios públicos de deliberación, cooperación y solidaridad ha pasado por la mente de muchos. La idea de que los medios tecnológicos nos ayudan a ejercer una mayor libertad y responsabilidad ha sido el centro del ideario de los creadores de las redes sociales, el discurso prototípico de Mark Zuckerberg. Sin embargo, no se calculó el hecho de que gran cantidad de actores que se suman diariamente a las redes sociales lo hacen en el anonimato. Las opiniones suelen ser irresponsables, sin compromiso: hacen imposible la construcción de ciudadanía.

Los llamados bots, la manipulación de la opinión pública, la falta de respeto y la destrucción del lenguaje han pervertido el uso de las redes, que deberían haber sido génesis de una nueva ciudadanía, pero se han convertido en lo contrario: el lugar de la deconstrucción social.

Rector de la Universidad Panamericana-IPADE.

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