En artículos precedentes en esta sección, se ha tratado sobre la educación en Querétaro, en México y en el mundo, así como de los avances que se han tenido en la investigación en el estado, destacándose la labor de la UAQ, la UNAM y el Cinvestav (IPN), además de la importante contribución de los centros de desarrollo científico y tecnológico que tiene aquí establecidos el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y de algunas industrias que desarrollan tecnología. También se ha llamado la atención sobre las recientes manifestaciones realizadas en diversas partes del mundo, que defienden la investigación en general, el pensamiento y el método científico, así como el papel fundamental de la investigación en la elaboración de políticas públicas.

Además de las variables económicas que influyen en los presupuestos que los gobiernos destinan a la educación, ciencia, tecnología e innovación, también se tienen los riesgos que implican los cambios sexenales, la influencia de los partidos políticos y de quienes en su momento gobiernan, tanto en el ámbito Ejecutivo como en el Legislativo.

Si bien es cierto que la UNESCO y la OCDE establecen recomendaciones y acuerdos relativos, entre otras cosas, a la mejora educativa, a la ciencia, la tecnología e innovación, que incluyen proporciones del PIB que deben destinarse en estas materias, finalmente queda a cada país la responsabilidad de establecer las políticas y los recursos necesarios para hacer viable el progreso que se desea, de acuerdo a sus peculiares circunstancias.

En el informe de la UNESCO, ¿Hacia dónde va la ciencia a nivel mundial?, México aparece entre los últimos lugares de desarrollo en ciencia, tecnología e innovación. Datos del Banco Mundial indican que México invierte sólo 0.43% del PIB en este rubro.

Desafortunadamente, no siempre existe en los gobernantes la conciencia y la visión para fortalecer e impulsar la educación en sus diversos niveles, la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI). Requerimos de gobernantes visionarios que con políticas y acciones respalden el avance educativo, así como la CTI; es necesario que comprendan su importancia estratégica.

Los vaivenes económicos y políticos frecuentemente terminan influyendo en la inversión en CTI. Si bien las caídas en la economía recortan los presupuestos asignados, usualmente ocurre que la educación, la CTI y los programas de cuidado y protección ambiental se vean perjudicados, lo cual termina lesionando variables estratégicas para asegurar la calidad de vida de la población. Las naciones que han decidido invertir en elevar la calidad de la educación, así como desarrollar la CTI, han construido sociedades del conocimiento, lo que les ha facultado para alcanzar un mejor lugar en la competitividad global y mejor calidad de vida. Es oportuno recordar la célebre expresión de Jesús Reyes Heroles, “es más caro no educar que educar”.

Enrique Cabrero, director general del Conacyt, ha advertido que está en riesgo el proyecto científico y tecnológico de México, por lo cual está preparando una reforma al Conacyt con objetivos para tres décadas: busca dotar de autonomía al consejo y desligarlo de las políticas sexenales. Propone que exista una cláusula en el presupuesto destinado al sector para que siempre crezca. También propone que el director del Conacyt tenga un perfil científico.

Ese perfil científico de quien ocupe el cargo directivo del Conacyt o del consejo de ciencia y tecnología de cualquier estado, debe ser necesariamente el de un investigador probado, que haya mostrado liderazgo, que haya vivido la experiencia de generar nuevo conocimiento, tecnología e innovación, además de disponer de capacidad para vincularse con el sector público y con el privado, para cumplir los objetivos de la institución que se le encomienda.

Ex Rector de la UAQ. zepeda@uaq.mx

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