Tal parece que Europa está lejos de lograr una estabilidad económica; primero lo fue Grecia, siguió Italia y España, y ahora lo es Chipre. Después de que la agencia Moody's rebajara la calificación de la isla, la crisis de la deuda se ha ido haciendo más crítica, y pone en riesgo los avances por lograr un régimen fiscal unificado. Aunado a lo anterior se destapa que el sistema financiero de Chipre es un gran “lavadero de dinero” de los rusos.

En la actualidad hay un intenso debate en la Unión Europea (UE) por el planeado paquete de ayudas a Chipre, solicitado a mediados del año pasado y que aún no ha sido aprobado por sus socios. Debido al gran peso de los inversores rusos en los bancos chipriotas, los políticos europeos exigen se apliquen duras condiciones contra el “lavado de dinero”; sin embargo, los rusos amenazan, que de aprobarse el paquete sugerido por la "troika", Rusia se deshacería de 30% de sus reservas en euros, lo que provocaría un desliz de la moneda.

Como siempre, la dura canciller alemana Ángela Merkel advirtió que Europa no hará excepciones con Chipre y que el país tendrá que cumplir con las estrictas condiciones aplicadas en otros países si quiere recibir ayuda. Atenerse a las condiciones puede no alcanzar a Chipre: un rescate debe contar con la aprobación del Parlamento en Alemania, mayor contribuyente a los fondos de rescate. Pero tanto la oposición como los liberales, socios en el gobierno de Merkel, se mostraron reacios a votar a favor de más ayudas.

Pero, por otro lado, los ciudadanos de Chipre no aceptan las condiciones que les trata de imponer la Comunidad Económica Europea, y 70% de la población prefiere salir de la zona euro, con las repercusiones que podría causar en la comunidad por el tan temido "síndrome de balcanización" (desmembramiento de la comunidad).

El asunto, en términos económicos no es tan trascendental, pues requiere de 17 mil millones de euros (la “troika” le ofrece 10 mil millones de euros), en comparación con España que requirió de 80 mil millones de euros. A final de cuentas el problema es el contagio que puede derivarse de tal situación.

Hasta Luis de Guindos, ministro de Economía de España, ha dicho que la posibilidad de contagio se pondría de manifiesto si la unión monetaria, en este caso el Eurogrupo, no es capaz de tomar una decisión que sea concluyente en relación con la economía chipriota. Es decir, si no hay un acuerdo convincente, la situación podría descarrilarse.

Está sobre la mesa el rescate de Chipre, un país que representa 0.2% del Producto Interno Bruto de la zona euro pero que se está jugando la quiebra de su sistema financiero, un “default” soberano y una posible salida del euro. Al igual que Islandia e Irlanda, Chipre está luchando para evitar que su sector bancario arrastre al país hacia el abismo. Pero la cuestión es... ¿por qué estamos ante un tercer caso tan parecido? ¿Se repetirá la historia una cuarta vez?

Durante el fin de semana, la “troika” (conformada por el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y BCE) había llegado a un principio de acuerdo para tasar a 20% a los clientes con más de 100 mil euros en el Banco de Chipre (el mayor banco del país), liquidar el segundo banco, “Laiki”, también con importantes pérdidas para los grandes depositantes; y aplicar un impuesto de 4% a los ahorradores con más de 100 mil euros del resto de bancos.

En principio, los depositantes asegurados (con sus ahorros por debajo de ese umbral) no serían penalizados, pero la situación es lo suficientemente fluida y cambiante como para no descartar nada hasta el último momento. Finalmente en la decisión final tienen que intervenir los rusos pues poseen 40 por ciento del total de los ahorros en dicho país europeo.

Investigador del Centro de Estudios Económicos Financieros (UAQ)

Google News