¿Qué queda hoy de la Revolución Mexicana? ¿Un bonito desfile deportivo local? ¿Niños disfrazados de Pancho Madero? ¿Un niño travieso disfrazado de Villa que le jala las barbas de algodón a otro infante disfrazado de Carranza? ¿Adelitas armadas de ternura que saludan a las autoridades del presídium del desfile?

¿Qué queda de la Revolución? ¿Discursos como odas sobre la heroicidad revolucionaria? ¿Inauguración de Plazas comerciales que luego serán multadas por no cumplir con todas las normas de protección?

¿Qué queda de la Revolución? ¿Un fin de semana largo?

¿Qué queda de la revolución? ¿Una enorme Erre en el logotipo del PRI? ¿Los priístas han olvidado que en su origen eran revolucionarios? ¿O ser revolucionario es aparecer en anuncios espectaculares tocando una guitarra eléctrica?

Y el PAN, que como partido nació en contra del régimen revolucionario, ¿Cuestiona al PRI por discrepar en el sistema económico o simplemente es una pelea por el reparto de las cuotas del poder?

¿Qué queda de la Revolución Mexicana? ¿Otra Erre en medio del escudo del PRD?

En el gobierno priísta actual quedan pocas huellas del discurso revolucionario, sólo les queda el adjetivo en el nombre del partido.

De la Revolución sólo quedan cenizas. Pero de esas cenizas cual ave fénix resurgen varios ideales que siguen enarbolados por un amplio sector de la población.

La Revolución Mexicana fue el gran mito del siglo XX. Para el régimen priísta, fue su mito fundador. La proclama de Madero fue el “hágase la luz” del nuevo régimen y en el nuevo panteón de la historia patria se incluyeron a todos los revolucionarios, sin importar que hayan sido enemigos declarados. Así, en el nuevo altar de la patria, Pancho Villa saluda a la desaparecida mano de Obregón y Zapata toma coñac junto a sus asesinos.

La Constitución Política signada en Querétaro en 1917 era el fruto jurídico, político y social que recogía los anhelos de los movimientos sociales de inicios de siglo. Sin embargo, el lento pero eficaz proceso de desmantelamiento de ese corpus ideológico fue realizado por el mismo partido revolucionario durante las siguientes décadas. 1958, 1968 y 1988 fueron años en donde el régimen fue puesto a prueba y reprobó.

¿Qué queda hoy de la Revolución? Paradójicamente, uno de los ideales que dieron sustento a la lucha armada ya no son enarbolados por el PRI. Me refiero a la defensa de la soberanía de la nación y sus recursos.

El movimiento armado fue profundamente nacionalista. El anhelo de recuperar los recursos naturales que estaban en manos de los extranjeros era uno de los ideales. El petróleo, vital para la economía global, estaba mayoritariamente en manos de ingleses y norteamericanos. Es hasta el gobierno de Lázaro Cárdenas donde se expropia el petróleo y pasa a manos del Estado.

Hoy, esa defensa no está encarnada en el régimen priísta, de la Revolución sólo les queda el cascarón. La defensa encuentra eco en la sociedad civil. La Revolución está en otra parte.

Por hoy, sólo quedan cenizas de Revolución y un bonito puente de fin de semana.

PD: La semana pasada comentábamos sobre el natalicio de Carlos Fuentes y una de sus obras recientes, La Silla del Águila; hoy, que estamos a un día de un aniversario más del levantamiento armado del 20 de noviembre de 1910 y más que orgullo cívico, es un pretexto para crear una fiebre consumista, es fundamental leer otra obra de Fuentes: La muerte de Artemio Cruz.

La novela es una metáfora de la descomposición del ideal revolucionario y su traición. Artemio es la Revolución triunfante que se traicionó y se corrompió. Hipócritamente, se impuso una máscara idealista para justificar sus barbaries. Toda una cátedra de historia y política del siglo XX mexicano.

Periodista y sociólogo. Docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAQ

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