Buen día, Rocío. Gracias por todos tus consejos, me han gustado mucho tus columnas, es por eso que me atrevo a preguntarte algunas cosas bastante embarazosas. Soy Alexandra tengo 28 años y tengo una relación de 1 año y siete meses con mi novio. Él es judío ortodoxo y yo soy católica. Al principio éramos sólo amigos, ninguno de los dos tenía la intención de tener una relación, pero nos enamoramos. Entonces comenzamos a hablar sobre mi conversión al judaísmo. Me oriento para que conversara con un rabino y él me conduciría en todo para volverme judía. La segunda vez que vi al rabino, se despidió de mí de beso en la mejilla, yo no lo vi mal pero cuando se lo platique a mi novio se alarmó muchísimo y me dijo que estaba mintiendo, que los rabinos no pueden tocar a las mujeres, más que a sus esposas.

Yo no le hice mucho caso y seguí yendo a que me aleccionara sobre la religión. La verdad es que me trataba de maravilla. Un día me dijo que fuéramos a su casa que me iba a dar unos libros y  me iba enseñar hebreo. Mientras íbamos leyendo sentados en el sillón él me tocó la pierna, se me hizo extraño pero no dije nada, pues me gustó. Como no lo rechace, me besó en los labios y yo le respondí, me calentó de inmediato, estuvimos fajando en el sofá no sé cuanto tiempo. Estuvo delicioso, así que me paró y me pegó contra la pared. Gracias a que traía medias no me penetro, pero yo estaba súper húmeda. En ese momento me acorde de mi novio, sentí culpa y salí corriendo.

Me siento muy mal porque casi tengo relaciones con el rabino, no sé si me podré convertir después de esto, no sé si decírselo a mi novio, tal vez ni me crea, si no creyó que el rabino me despidió con un beso menos me va a creer que fajamos. Además, creo que si vuelvo a ver al rabino a solas no podre aguantarme las ganas. ¿Qué hago? Estoy sumamente confundida. Gracias de antemano, querida Rocío.

Respuesta:

Gracias, Alexandra por leerme, me haces sentir reconocida y me da gusto poder ayudarte. Lo primero que tienes que aclarar es qué tanto quieres a tu novio y qué tanto eres capaz de cambiar por él.

De entrada, los judíos ortodoxos tienen reglas muy claras e inflexibles. Tal vez ya te han hablado del shabbat, que es el día que no pueden trabajar, no pueden encender la luz, ni ocupar teléfonos, ni ningún electrodoméstico es un día dedicado completamente a Dios. Las mujeres de judíos ortodoxos sólo usan faldas por debajo de la rodilla y esconden su cabello con mascadas y pelucas, no pueden tener relaciones sexuales mientras menstrúan y un rabino cada término de su período tiene que constatar que está limpia de sangre, para que su esposo la vuelva a tocar. Antes que nada te tienes que poner a analizar si estás dispuesta a modificar todas estas cosas.

Adicionalmente, un inconveniente muy fuerte es que tu novio no te cree, y no es bueno para su relación tener ese tipo de desconfianzas Le tienes que contar la verdad, no para que arme un alboroto, sino para saber como va a ser su relación en el futuro. Si confía más en ti o en su religión.  Lo que ocurrió con el rabino en la realidad no es tan malo si lo ves por la parte humana: los rabinos, los sacerdotes católicos, los pastores evangelistas y cualquier otro religioso es un humano y como todos los humanos sienten, tienen deseos y necesidades.

En este sentido el rabino es el más responsable en esto ya que él aceptó las rígidas reglas de su congregación, y ahora las está violando. Me gustaría que dejaras de sentirte culpable, a todas las personas nos encanta la trasgresión (mientras más nos lo prohíban más nos atrae). Por otra parte también se está tambaleando lo que tu sientes por tu novio, piensa si realmente lo amas o tal vez puede que sólo te atraiga su mundo,  totalmente diferente al tuyo.

Ahora, si vas a seguir con tu novio y crees que puedes llegar a tener relaciones con el rabino y no quieres, pídele a tu pareja que te lleve con otro. Eso, insisto, sólo si estás de acuerdo en seguir todas y cada una de las reglas que imponen a sus fieles, aunque, como ya lo comprobaste, ellos mismos no las sigan y todo se convierta en un asunto de doble moral.

Recuerda, mi querida Alexandra, que la sexualidad mientras más libre y natural la veamos más la disfrutamos.

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