Todo escrito siempre termina por ser para la posteridad. Desde una leyenda obscena en un muro de Pompeya hasta una carta de amor de un poeta fracasado del siglo XXI. Dejar un mensaje que arañe la faz de la tierra es conectarnos a la inmortalidad a través de la cultura. Mientras sobreviva el medio que soporte el mensaje, este será leído por generaciones venideras que lo leerán y con histórica ternura intentarán entender lo que pensaban quienes lo antecedieron. Quienes pintaron las cuevas de Altamira dejaron su huella que hoy todavía asombrados miramos mientras intentamos comprender qué quisieron decir.

Escribir algo para leerse en el futuro entraña muchas complicaciones y despierta dudas en quien redacta. Mientras escribir algo para la contemporaneidad se piensa en lo inmediato y cercano, escribir algo pensado para leerse exclusivamente en el futuro implica que desconoces todo el entorno en que el mensaje llegará, si es que llega. Es como lanzar un mensaje en una botella al mar del tiempo sin saber si el mensaje llegará y a quién.

Este 5 de febrero de 2019, nuestra Universidad Autónoma de Querétaro conmemora 60 años de la obtención de su autonomía y, entre otros eventos de festejo y reflexión, ha convocado a la comunidad universitaria a escribir un mensaje a las futuras generaciones, los cuales se guardarán en una denominada cápsula del tiempo que será abierta el 5 de febrero del 2059, justo cuando se conmemore el centenario de la Autonomía Universitaria y hayan pasado 8 años del centenario de la fundación de la UAQ.

Sumado a este ejercicio, es loable destacar el ánimo optimista con el que se convoca y la seguridad de que esta institución seguirá viva pese a todos los problemas que ha atravesado y, sin duda, atravesará en los próximos años. Hoy nos agobia la situación económica y el estrecho presupuesto que federación y estado otorgan ponen en duda la viabilidad de la institución. Pero también nos enfrentamos a retos que nos exigen transformar a la Universidad para adaptarnos a un cambio de paradigma en lo que algunos llaman una nueva revolución industrial y que tenemos que transformar a la Universidad en un ente que sea capaz de responder a las necesidades de la sociedad.

Si algo ha caracterizado a la UAQ a lo largo de su historia es su capacidad de superar sus conflictos tanto internos como externos. Desde su fundación misma que planteaba retos a una pequeña ciudad de provincia cuyos jóvenes tenían que emigrar a la capital del país a estudiar y se dudaba que se pudiera sostener una institución de educación superior. No sólo se sostuvo sino que creció y terminó por reclamar el derecho de su autonomía, es decir, ser capaz de decidir por sí misma como gobernarse, como elegir sus autoridades, como manejar su presupuesto, como dictar su educación y así, no ser un apéndice de la autoridad estatal para convertirse en un ente crítico que genera no solo profesionistas sino conocimiento crítico para transformar a su sociedad, a veces, enfrentándose al mismo poder estatal. Esto sentó las bases para que desde esa pequeña escuela ubicada en el centro de la ciudad se creciera en matricula hasta tener un campus en casi todos los municipios del estado.

Así, los integrantes de esta generación tendremos que hacer frente a todos los retos que se nos presenten, ya sean económicos, políticos o sociales. Tendremos que innovar, experimentar, quizás fracasar antes de encontrar una solución. Lo único que no podemos permitirnos es que el temor nos paralice. No hay generación que no haya tenido que enfrentar problemáticas. Del pasado aprenderemos las lecciones y proyectaremos lo mejor para el futuro.

La autonomía ha brindado vigor crítico a la vida universitaria, espero que en el 2059 este espíritu siga vivo en todos los integrantes de la comunidad universitaria para que se siga recitando con orgullo el lema que José Vasconcelos nos legó en 1952: Educo en la verdad y en el honor.

Periodista y sociólogo. @viloja

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