¿Alguien recuerda el optimismo con que esperábamos la primavera del 2020 y lo fatídico que resultó marzo? A un año del primer caso de Covid-19 detectado en México seguimos atrapados en ese loop eterno de la pandemia y pese a que ya hay vacunas, la luz del final de túnel está lejos de verse.

No soy pesimista, es cierto que ya se iniciaron procesos de vacunación en adultos mayores en algunos municipios de la Sierra Gorda queretana y en Amealco, que en algunos ha resultado ordenado y en otros priva la desinformación, pero también es cierto que la pandemia no cede, las cifras no descienden.

Para abonar a mi pesimismo, al momento de escribir estas líneas, este diario publicó que febrero terminó con más de 200 casos nuevos de Covid-19 y la cifra de muertos alcanzaba los 3 mil 700.

Peor aún, de acuerdo con una nota de la reportera Marittza Navarro, la UNAM colocó a San Juan del Río como el tercer lugar nacional por crecimiento de casos activos del Covid-19 en las últimas dos semanas. En esta tasa de crecimiento, este municipio queretano solo fue superado por el municipio de Azcapotzalco de la Ciudad de México y Benito Juárez (Cancún), Quintana Roo.

Una distinción nada envidiable y que nos muestra hasta qué punto a un año de la pandemia, esta no cesa y, por el contrario, aumenta.

Un año de que el nuevo virus llegó a México y vino a transformar radicalmente nuestras vidas con el confinamiento y ver morir a muchos seres cercanos.

En la pandemia de la peste negra del siglo XIV, se vivió un ciclo en donde primero tras el horror de la cercanía de la muerte, se aprendió a convivir con ella y se le veía con indiferencia y superado esto, vino esa gran revolución y júbilo por la vida de aprovechar cada momento, prueba de ello son los cuentos del Decamerón de Bocaccio.

Claro, para cumplir este ciclo pasaron décadas, pero nosotros, en esa sociedad digital, en menos de un año muchos ya ven con indiferencia a la muerte: vemos plazas comerciales llenas, incluso una fue clausurada este fin de semana, bares llenos (los que sobrevivieron a la pandemia), gente sin cubrebocas y un largo etcétera.

En tanto, para sobreponernos a la pandemia, solo queda recordar ese proverbio latino que dice Carpe Diem, aprovecha el día, atribuido al poeta romano Horacio. Frase dicha hace casi dos mil años que nos recuerda la fragilidad humana y que hay que aprovechar todos los momentos existentes, vivirlos como si fuera el último, esta quizá sea una de las pocas lecciones que nos deja este último año.

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