Ya vienen las campañas político electorales, y con ellasvarias bondades y aflicciones propias de la llamada democracia mexicana o, como algunos quisieran precisar, a la mexicana. En buena medida, serán un reflejo de aciertos, omisiones  y contradicciones en medio de una competencia por la presidencia de la república que conlleva desde verdades y buenas intenciones hasta mentiras y simulaciones.

Las particularidades de esta contienda presidencial prefiguran un escenario donde sus novedades y niveles deincertidumbre tienden a cualificarlo. Aunque lo primero que debemos asumir es la propia naturaleza de los comicios donde las tendencias pueden modificarse de manera intencionada o accidental, y nadie ha ganado ni perdido  todavía por lo que cualquier cambio puede ocurrir. Sobre todo ahora que los acuerdos partidistas no presentan antecedentes y, como es evidente, nadie controla todo y cada vez son más públicas las ventajas y desventajas.

El escenario es complejo para todos los participantes en la disputa de diferentes puestos.

Algunos aspirantes a cargos populares muestran una ambición descomunal -al margen de principios, valores o identidades partidistas-; hay quienes actúan como si militantes y simpatizantes asumieran de manera automática los acuerdos partidarios, y como si aceptaran dócilmente acandidatos cuestionados; como si todo estuviera resuelto.

También es difícil para el árbitro electoral que goza de sospechas y algún descrédito sobre su actuación. Incluso, hay un buen número de mexicanos que cree en la posibilidad de fraude electoral.

Y qué decir de los ciudadanos  que no sólo ven agua y aceite -¿revueltos?-, pero sólo en algunos lugares y para determinados asuntos; candidatos multicolores –algunos de dudosa reputación, qué duda cabe-; discursos cruzados, algunos parciales y evasivos, por no decir indefinidos; en fin, que observan adversarios de ayer como amigos hoy, y no un solo lado, sino que tienen enfrente combinaciones sin precedente. Y aun más, los electores están exigidos a analizar por quién y por qué, a través de qué alianza partidista para lograr, ¿qué? No por nada se piden propuestas concretas a los contendientes.

Entre los elementos innovadores tenemos, por ejemplo, a candidatos presidenciales que por primera ocasión encabezan alianzas electorales que incluyen formaciones políticas contrarias ideológicamente, como es el caso de Andrés Manuel López Obrador (Juntos Haremos Historia) y Ricardo Anaya (Por México al Frente), y que mantienen como eje central la lucha contra el PRI-Gobierno.

Otro hecho inusual es la presencia de una independiente en la contienda –hasta el momento-, misma que viene de una larga trayectoria panista. El caso de Margarita Zavala, como candidata a la presidencia, constituye un hecho insólito en estas lides.

Asimismo, no había habido elecciones tan concurridas. De hecho, alrededor de 88 millones de mexicanos tendrán laoportunidad de sufragar y seleccionar a quienes ocuparán más de tres mil cargos.

Las acusaciones de corrupción –uno de los temas centrales, junto con la inseguridad- han ocupado buena parte de las noticias. Unos y otros intentan desprestigiarse y avalar su buena reputación, en un contexto de “guerra sucia” y ruido político.

Habría que añadir la creciente importancia de Internet y las redes sociales. Inclusive, ya se habla de violencia digital debido a la presencia de noticias falsas, desinformación, suplantación de identidades y todas esas tretas que hoy se operan y padecen, sin reconocimiento alguno. Al respecto, como tema irresuelto tenemos a la consultora Cambridge Analytica y su presunta intervención con partidos y personajes de diversos grupos políticos mexicanos.

Pero también hay otras formas de violencia que cobran vidas a lo largo y ancho del país. Mueren candidatos, funcionarios y ex funcionarios provenientes de todos los partidos. De acuerdo con información publicada, Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Puebla, Hidalgo y Estado de México son las entidades con los registros más elevados de crímenes, en este sentido. Hoy se transita de la amenaza al asesinato sin que las autoridades hayan probado eficiencia para evitar esta lamentable realidad.

En fin, aún no se acaban de conocer las ofertas políticas, y una importante cantidad de votantes muestran diferentes mezclas de  confusión y desconocimiento. Son, pues, por demás explicables los casos de indecisión en un contexto de saturación, novedades e incertidumbres.

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