El atentado de este jueves en contra la vida del periodista Ciro Gómez Leyva, constituye un aviso claro e inequívoco a todos los periodistas y medios de comunicación libres del país: si esto le sucede al periodista y al medio más influyente en México, tomen sus precauciones y mejor eviten incomodar a los autores intelectuales del atentado.

Sin amenaza previa, un sujeto en motocicleta disparó repetidamente contra su persona, mientras otro, en un automóvil, le hizo previamente reducir la velocidad. Afortunadamente, el blindaje de la camioneta le salvó la vida. Aunque Gómez Leyva carece de elementos para responsabilizar a alguien, y no desea hacer conjeturas al respecto, es evidente que el intento de asesinarlo es consecuencia directa de su actividad periodística.

Es evidente que quienes efectuaron el atentado lo estudiaron previamente en sus rutas, horarios, actividades, para definir el lugar y el método de asesinato y su ruta de huida.

Aunque se desconoce el móvil del fallido atentado, este se sabrá al detener a los autores materiales e intectuales. Urge que el gobierno aclare este hecho y se quite la sombra de la sospecha por el ambiente adverso que deliberadamente creó el presidente. Un indicativo será la premura con que se detenga a los implicados, sin fabricar chivos expiatorios.

El Presidente dice estar consciente de la inestabilidad política que se habría generado el asesinato. Pero no lo es sobre el precedente que genera en todos los comunicadores, especialmente contra de sus críticos, quienes tendrán que valorar si dejan de señarle sus errores, mentiras, incongruencias y malos resultados de su gestión, o exponerse a ser víctimas de un atentado.

Desde el arranque del sexenio AMLO acusó a muchos periodistas de corruptos e hizo pública la lista de quienes recibían dinero de los anteriores gobiernos, así como los montos, sin aclarar el concepto de ello, por lo que todos fueron tratados con el mismo racero. En esa misma ocasión un periodista —hasta entonces cercano a él—, acudió a la mañanera para increparlo y señalar que una cosa era cobrarle al gobierno por servicios de comunicación solicitados, y otra cosa era recibir dinero público para callar las pifias gubernamentales, alabar a los gobernantes o atacar a sus adversarios, como cree el Presidente.

El último ataque a la prensa libre fue el pasado miércoles, cuando dijo, refiriéndose a sus críticos: “es gente muy deshonesta, hay que seguir, hay que seguir informando, no dejarles libre el terreno, imagínense si nada más escucha uno a Ciro o a Loret de Mola o a Sarmiento. No pues, además es hasta dañino para la salud; o sea, si los escucha uno mucho ¡hasta le puede salir a uno un tumor en el cerebro!”.

México rompió el récord mundial de periodistas asesinados en 2021 (7). Y seguramente también lo hará este año (13 periodistas asesinados), por lo que será nuevamente señalado como el país más inseguro -aún más que Ucrania- para ejercer el periodismo. A pesar de que AMLO dice respetar la libertad de expresión muchos periodistas han sido expulsados de los medios donde trabajaban por pensar diferente. Él prefiere a sus “y sus preguntas a modo.

El Presidente requiere serenarse, aceptar que la prensa libre es un activo de la democracia en todo el mundo; y que la crítica, aunque dura, ayuda a los gobernantes y a los ciudadanos a garantizar el ejercicio de las libertades y de los derechos humanos.

Periodista y maestro en seguridad nacional

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