Con el padre Cronos no hay remedio, cuando la vida nos exige más actividades de las que caben en 60 minutos de cada hora de cada día el tiempo es implacable, los quehaceres son impregnados por un hálito de prisa permanente y aunque nos quejemos esa es parte de la vida cotidiana.

En la vida de quienes enfrentan la ausencia de un ser querido, darían todo para que el tiempo volviera a correr, volviera a marcar las actividades diarias, pero irremediablemente éste se detuvo, implacable como siempre, ahora pesa como una loza.

Para la familia Almaraz Esquivel, a partir del primero de junio amanece y vuelve anochecer sin que el tiempo transcurra, todo, hasta el espacio intangible de los segundos se saturan de ausencia, de vacío, de angustia interminable. La sensación de hambre pasa a ser sólo el acto reflejo que exige la vida, sin el disfrute de los colores o sabores que hacen de la degustación uno de los placeres mejores de la vida, ahora todo es gris e insaboro, la familia está incompleta, falta uno de sus integrantes, simplemente Jesús no está.

No escuchar su voz, solo vivir la ausencia de sus pasos; las risas, los comentarios, las discusiones, que desde esa fecha ya no son la constante en la vida familiar, suman a la sensación de impotencia.

Es un joven de 21 años, estudiante del sexto semestre de la licenciatura de Administración de Empresas, en la UAQ, campus Juriquilla, sus compañeros y profesores lo reconocen como alumno destacado por sus buenas calificaciones, hasta la fecha de su desaparición se encontraba trabajando en un proyecto para crear pintura con nopal, investigación apoyada por el Fondo de Proyectos Especiales de Rectoría a su vez financiado también por el Conacyt, eso habla por sí mismo de su compromiso con el estudio. Hasta el día de hoy, 17 días han transcurrido desde que fue visto por última vez.

Al día siguiente de su desaparición los familiares dieron parte a las autoridades, la denuncia ante el Ministerio Público quedó registrada con el número de averiguación CH/22/2014; ese mismo día se dieron a la tarea de desplegar lonas y pegar folletos con la fotografía y datos de Jesús solicitando apoyo a la comunidad para su localización.

Con total falta de sensibilidad mientras Adriana Moreno, novia de Jesús, se encontraba colocando una de esas lonas, un elemento de la policía municipal se acercó y la “exhortó” para que las quitara ya que la colocación de las mismas podía inquietar a la población. Aún con ese comentario de por medio, amigos y familiares continuaron con su desesperada labor, pero las autoridades municipales también, ya que éstas fueron retiradas poco a poco de los lugares que los familiares consideraron estratégicos para informar a la población.

El edil de Cadereyta, Rodrigo Mejía Hernández, a pregunta expresa, reconoció que algunas lonas y volantes fueron retirados para no generar paranoia en la población, aunque lamentó haber fracasado ya que en la población ya se había generado psicosis.

Surge entonces la siguiente pregunta ¿La psicosis —como la llama el edil—, la generaron las lonas y los volantes, no los acontecimientos? Habría que decirle a Mejía Hernández que la mejor forma de evitar psicosis o paranoias es la respuesta rápida de parte de las autoridades ante casos terribles como este, y ésta debe venir desde todos los niveles de gobierno.

La única pregunta segura y que hasta el momento no tiene respuesta alguna es: ¿Dónde está Jesús Almaraz Esquivel? Saber es la urgencia, saber es la exigencia.

Comisionada Política Nacional Partido del Trabajo Querétaro

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