A propósito del inicio del proceso electoral local 2020-2021 en el estado de Querétaro, en el que se renovará la gubernatura, dieciocho municipios y la totalidad de la legislatura, pudimos observar en los últimos meses, y de forma acentuada en la semana pasada, un exacerbó en los pronósticos y apuestas sobre quién sería el abanderado del principal partido político de oposición, Morena.

En tal sentido, pese a las filias y fobias que propios y extraños a dicho partido manifestaban sobre el posible desenlace, hubo desde las posiciones más cerradas que mencionan solo a dos prospectos, hasta quienes estiran la baraja a tres o incluso hasta cinco perfiles, al final el resultado es conocido; sin embargo, llama la atención la especulación excesiva que leímos, ya fuera en prensa o en redes sociales.

La competencia en los regímenes democráticos produce comportamientos como los observados en los actores políticos, antes de la eventual definición al interior de Morena. Lo reprochable de los futuribles sin metodología es su contribución al encono en un ambiente ya de por sí polémico, por el tipo de posición que está en juego, aunado a la variable de la incertidumbre presente todo el tiempo. Y más reprochable es para los formados en las ciencias sociales, quienes en ocasiones volcaban su opinión orientada más por el cumplimiento de un anhelo personal que atendiendo a una realidad posible, haciendo uso de la pluma para demeritar o encumbrar perfiles.

A esos aprendices de brujo, valdría la pena recordarles que las ciencias sociales tienen un amplio poder explicativo, cuando se toman en cuenta el contexto nacional, así como los resultados de históricos electorales, pero hay que tener sumo cuidado al momento de buscar el lado predictivo, ya que las variables sociales son cambiantes y las variables políticas a veces hasta desconocidas, de ahí la imprecisión e inexactitud de muchos pronósticos políticos.

Cuando el análisis tiende a hacer política, el juicio pierde objetividad, se nubla y cae en un juego de suma cero, donde el que pierde, lo pierde todo, hasta la credibilidad. Reduciendo el papel del analista serio a uno de brujo que quiere ver el futuro en una bola de cristal rota, la cual, en vez de arrojar luz sobre el camino, solo confunde y vuelve más lúgubre el panorama.

Recordemos que todavía falta, y del plato a la boca se cae la sopa, los tiempos legales son distintos a los políticos, por lo que el plazo fatídico inscrito en la ley electoral aún tiene un largo trecho en el que, donde no habiendo nada seguro, todo es posible, sino pregúnteles a los principales interesados, sobre su opinión respecto del recién acuerdo aprobado por el Instituto Nacional Electoral en favor de la paridad.

Si bien las acciones afirmativas para lograr hacer efectivo el principio de igualdad entre los sexos, son plausibles, también es verdad que incrustar de último momento una fórmula de esta naturaleza, provocará un efecto distorsionador en la voluntad popular de más de un estado de la República, especialmente en Querétaro, que es el que nos ocupa, donde los pronósticos de triunfo para la oposición son más bien reservados por no disponer de perfiles femeninos que, a pesar de haber ya levantado la mano, se les ve con nulas posibilidades de hacer frente al partido en el gobierno.

Como referí líneas atrás, todavía falta, aún no hay nada para nadie, en los procesos electorales nada está grabado en piedra, y si echamos un vistazo a otras elecciones de inicios de 2019 a la fecha, podremos advertir que siempre pueden presentarse sorpresas.

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