La Ley Orgánica del Congreso busca una serie de equilibrios internos. Hay dos cámaras que se revisan entre sí y existen al interior de cada una dos órganos de gobierno: la Mesa Directiva, a la que toca la representación política y jurídica de cada cámara, y la Junta de Coordinación Política, encargada de lograr consensos políticos.

En el caso del Senado, la mesa directiva ha sido presidida el último año por Martí Batres, cuya elección fue posible en la práctica gracias al voto de la mayoría de los senadores de Morena, el partido mayoritario. Frente a la Junta de Coordinación Política, en cambio, está Ricardo Monreal, quien por decisión presidencial quedó como coordinador del grupo parlamentario más numeroso.

A diferencia de lo ocurrido en las anteriores legislaturas, la conformación actual del Senado permite que la presidencia de la Junta de Coordinación Política no sea rotativa. Así, estará en manos de un solo partido y, por lo visto, de una sola persona en este periodo.

En un contexto en el que un partido tiene mayoría, como ocurre hoy, una parte importante de los equilibrios políticos tiende a darse al interior de ese mismo grupo. El hecho de que la presidencia de la mesa directiva no la ocupe también Monreal —a pesar de no existir impedimento legal— permite que al interior del Senado se produzca un mínimo equilibrio interno.

Aunque por momentos la conocida disputa entre Monreal y Batres pueda entorpecer las actividades del Senado, también permite que uno y otro se vigilen entre sí y se genere un contrapeso al poder del zacatecano.

Sabemos que Monreal —a pesar de su inteligencia y habilidad política— tiene un ambicioso proyecto político personal, que por momentos podría anteponer al propio curso de la 4T y a la agenda legislativa del  presidente (https://bit.ly/2VGFu99). Resulta saludable que una figura con esas características sea vigilada y tenga un poder más acotado.

Este mes, el Senado deberá decidir si reelige a Martí Batres, y al equipo que ha encabezado hasta ahora la mesa directiva del Senado, o si opta por otro perfil. En el contexto aquí descrito, su permanencia al frente de la Mesa Directiva de la Cámara Alta pareciera necesaria.

Lo cierto es que Batres no ha hecho mal las cosas. Tiene el apoyo de varios senadores de Morena (no es sencillo saber cuantos) y de otros partidos. En el ámbito de la austeridad, redujo considerablemente las subvenciones a los grupos parlamentarios, se subastaron los vehículos que estaban asignados a los senadores y en los primeros tres meses se devolvieron a la tesorería 300 millones de pesos.

Martí ha tenido un perfil de izquierda consistente desde su juventud y recientemente ha promovido temas de una agenda progresista: impulsó el reconocimiento afro y la ley a favor de las trabajadoras del hogar, además de haber agilizado la aprobación de la reforma laboral, con la ratificación del Convenio 98 de la OIT en materia de libre sindicalización.

Martí Batres ha sido fiel a la 4T y al presidente, sin las ambigüedades que por momentos llevan a Monreal a comportarse como un poco opositor y lo hacen poco confiable. Aunque el papel de Batres es representar el Senado en su conjunto, también entiende que el rol de una mayoría parlamentaria es acompañar al gobierno que emanó de sus filas y hacer realidad su programa.

La labor del actual presidente del Senado ha sido eficaz al frente de la Mesa Directiva. Incluso es posible que parte de la alta productividad legislativa del último año tenga que ver con las reuniones que ha organizado para acelerar dictámenes con presidentes de comisiones, e incluso las que ha celebrado con los presidentes de los congresos locales para acelerar el voto de los congresos locales a las reformas constitucionales.

Más allá de ser evidente que Monreal está buscando operar el nombramiento de alguien que le deba el favor (el pretexto es que una mujer esté al frente de la mesa directiva), dudo que haya razones de peso para negarle a Batres un año más al frente del Senado.

@HernanGomezB

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