El 2022 terminó en medio de acusaciones de plagios y disputas para posicionar a quien presidirá la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Este acto sintetiza muchas de las prácticas puestas en marcha durante el último año para contener las acciones emprendidas por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Dos visiones del país enmarcan los resultados alcanzados en 2022. Quienes aseguran que la magnitud del desastre provocado por la 4T es inenarrable, frente a otros que presentan datos que colocan a México en el sexto lugar, entre los 38 países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con mejor evolución y evaluación económica al cierre de 2022.

Después del franco suizo, la moneda más apreciada frente al dólar en 2022 fue el peso mexicano. Incluso, por encima del euro y la libra esterlina, según informó Reuters, agencia de noticias con sede en Reino Unido, conocida por suministrar información a medios de comunicación y mercados financieros.

De acuerdo con Morning Consult, compañía global de inteligencia de datos, en su última actualización del 29 de diciembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador ocupa el segundo lugar entre los 13 mandatarios más populares del mundo, con 69 por ciento de aprobación.

Pese a toda esta información conferida a través de organismos internacionales externos al gobierno de México, un sector minoritario en número de la población, pero fuerte en términos de su poder económico, político y mediático, considera que la administración actual es un desastre.

Resulta interesante la manera en que el doble discurso de la democracia, por cierto, no nuevo, resurge entre los grupos que se perciben desplazados por quienes se impusieron en las urnas en 2018. Para ellos, el gobierno democrático es malo cuando una sociedad apuesta por la igualdad y el respeto por los derechos humanos. En cambio, es bueno si una élite económica y política dirige el destino de la población.

Para muchos especialistas en el tema, lo que provoca la crisis del gobierno democrático es la intensidad de la vida democrática. Si la ciudadanía se politiza y participa en los debates públicos, algo está mal. Rechazan la presencia del poder del pueblo y la persistencia de una contestación política que desafía los principios del buen gobierno, que las élites reducen a la autoridad de los poderes públicos y al saber de los expertos.

La propuesta de los intelectuales y políticos que intentan revertir lo que hoy sucede radica en disminuir las energías políticas excesivas y favorecer la búsqueda de la felicidad individual. En síntesis, fomentar la vitalidad de la vida privada y formas de interacción social que coloquen en un segundo plano las demandas de la gente. Al final, se trata de volver indiferente a la ciudadanía al bien público y socavar la autoridad de gobiernos conminados a responder a la espiral de demandas emanadas de la población.

No obstante, todo parece indicar que la participación política de la ciudadanía continuará en 2023, lo que augura un horizonte en el que la democracia comienza en México a ser un régimen político en el que vale la pena involucrarse.

Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale

Google News