Aquel lamentable episodio de la jornada 7 del Clausura 2017, en la visita de Tigres a Veracruz, todavía tiene heridas.

Después de los actos de violencia de aficionados y cuerpos de seguridad, ante la complaciente mirada de jugadores, técnicos y directiva, ahora se ha tomado una decisión que —en lugar de ayudar a mejorar y erradicar el vandalismo en los estadios— es un enorme retroceso.

El domingo, Tigres visita de nueva cuenta el Luis de la Fuente. Con los antecedentes, lo más lógico sería que la directiva del Veracruz reforzara la seguridad en las tribunas y se llevara un verdadero control antes, durante y después del partido. Hacer un esfuerzo coordinado con las autoridades estatales y municipales para evitar otro brote de violencia, como el de esa noche.

Pero no. Tanto a la directiva como a las autoridades se les ocurrió que es mejor evitar que la porra de Tigres ingrese, en lugar de trabajar para que lo haga de manera ordenada.

“La directiva de los Tiburones Rojos de Veracruz hace de su conocimiento que, tras un análisis a conciencia, se determinó no permitir el acceso al grupo de animación de los Tigres denominado Libres y Lokos al próximo encuentro entre escualos y felinos, que se desarrollará el domingo 4 de marzo en el estadio Luis Pirata Fuente”, así lo explicaron, además de recalcar que las autoridades cuentan con el material audiovisual para identificar a los integrantes de esta barra.

En lugar de invertir en un verdadero operativo de seguridad, de ejecutarlo como se debe, prefieren guardarse unos miles de pesos y atentar contra la libertad que tienen las personas para poder ingresar a un estadio si compran un boleto de manera legítima.

O cómo le van a hacer para impedir que aficionados de los Tigres anden por la ciudad y se acerquen al inmueble. ¿También les van a cortar su libertad de tránsito? Y para aquellos aficionados felinos que no pertenezcan a la barra —sea cierto o no—, que vayan solos o en pareja, ¿qué les van a decir, tampoco los dejarán entrar? ¿Cómo sabrán si son de la Libres y Lokos?

Se trata, sin duda, de una medida de control arbitraria y que no garantiza que ninguno de estos personajes ingrese al estadio. Tan ridícula como aquella disposición del Monterrey para no permitir la entrada a su estadio a los aficionados de Tigres, la cual tuvieron que echar abajo por ser algo realmente ridículo.

No es un caso sencillo, porque ahora, gracias a su estupenda medida, pareciera que los elementos de seguridad que han dispuesto para el partido estarán más preocupados por cazar barristas que por guardar el orden público, como debe ser.

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