La marea azul tomando el centro de la ciudad mientras una pertinaz lluvia cae es simplemente una estampa de una crónica de una victoria anunciada. El triunfo de Mauricio Kuri en la elección para gobernador de Querétaro comenzó a perfilarse con claridad en diciembre pasado cuando Morena, el único partido que podría hacerle sombra, decidió hacer una retirada táctica y dejar el campo abierto al panista.

En 2020, en medio de la pandemia y con rumores sobre si Santiago Nieto sería el candidato de Morena había preocupación en las filas de Acción Nacional; una vez autodescartado éste porque para el presidente de la República le es mas útil en otras funciones, la sombra de Gilberto Herrera, exrector de la UAQ y con pública enemistad con el aún gobernador Francisco Domínguez, marcaba lo que podía ser una elección ruidosa y quizá disputada. Pero el dedo de Palacio Nacional optó por la retirada táctica y propuso como candidata a la rival más débil como su representante, lo cual dejó vía libre para que el dedo de Palacio de la Corregidora designara a su delfín como sucesor y así romper esa regla no escrita queretana que dice que gobernador no pone gobernador.

Lo que siguió fue una versión remasterizada siglo XXI de la famosa cargada de los búfalos priista pero ahora con Acción Nacional.

Anticipándose al triunfo, siguiendo el ritual priista, muchos fueron a hacer fila para rendir honores a Mauricio Kuri para una elección donde el rival era débil. Cada semana era noticia que cuadros de otros partidos se unían a Kuri, como si fuera campaña priista de los años 70.
Y en la casa de enfrente, Celia Maya nunca supo articular un discurso que la identificara como real aspirante a la gubernatura ni que convenciera a los queretanos de que ella pudiera ser una alternativa real a los gobiernos de Acción Nacional.

Rodeada de asesores extranjeros que desconocen el ethos barroco queretano, le quisieron construir una imagen de la Bernie Sanders de petatiux, de memes de bailarina, pero nunca tuvo una narrativa convincente, solo se apegaba al guión de López Obrador en un estado donde la tasa de rechazo al presidente es mayor que en el resto del país: el anticipo de una derrota anunciada.

¿Y qué fue del poderoso PRI? ¿De la nueva generación calzadista? Nunca se conformaron como grupo político y hoy están dispersos y sirviendo a otros señoríos políticos.

Todo eso nos lleva al escenario del domingo, donde la euforia estaba al borde en el búnker panista y no era para menos. El triunfo era esperado, lo que sorprendió fue la contundente ventaja. Para el PAN queretano, el 2018 quedará como una pesadilla donde hasta en su propia casa Ricardo Anaya fue derrotado, tres años después, aprendieron la lección y con un eficaz discurso antiAMLO cerraron la puerta a la izquierda.

Periodista y sociólogo. @viloja

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