1. Malas prácticas comerciales. En un reciente evento social (boda) se comentaba algo que está sucediendo en algunas tiendas comerciales que se dedican a la venta de toda clase de artículos y mercancías, con motivo de las “mesas de regalos”; en estos comercios las parejas que van a contraer nupcias, por comodidad y moda, contratan y escogen una lista de regalos de su gusto y agrado, para que en las invitaciones que formulan a familiares y amigos, además de convocarlos a la ceremonia religiosa y al ágape, les sugieren que pasen a la tienda comercial y obtengan el listado de regalos con el número de evento o los nombres de la pareja y de ahí escojan y envíen el regalo nupcial que se acostumbra en esta clase de eventos. Hasta ahí todo va bien.

Pero resulta que en fechas recientes y seguramente por malos empleados y cajeros de esos centros comerciales y argumentando homonimias (nombres iguales) de algún integrante de la pareja, desvían el regalo y lo envían a otro lugar o simplemente no lo envían y lo dan de baja de la lista o catálogo y se lo roban o lo desaparecen, sin que muchas veces los consumidores que son invitados a la boda que pagan y, supuestamente, envían el regalo ignoran si se envió correctamente y se recibió por los destinatarios.

Con independencia de la conducta penal en que puedan incurrir los involucrados (empleados y cajeros) en esas malas prácticas comerciales, es claro que los directivos y gerentes de las cadenas comerciales deben vigilar y explicar qué está sucediendo con dichos eventos y evitar que a los consumidores (pareja de recién casados e invitados que hicieron el obsequio) se les sustraiga de algo que se pagó y que se tiene derecho a disfrutar por los beneficiarios.

Por otro lado, estimo que la Profeco debe intervenir y normar, legal y administrativamente, esta clase de eventos para evitar abusos comerciales que la mayoría de las veces se ignoran, tanto por el donante como por el donatario y que quedan en la impunidad.

2. La creación de una asociación de consumidores. Ya en otra entrega también me referí a la necesidad de que en nuestro país y, claro en el estado, se constituya una asociación de consumidores que sea una instancia para promover la protección de los intereses de los mismos, frente a las malas y abusivas prácticas comerciales que muchas veces sufrimos los usuarios de diversos servicios públicos, que siempre se quedan en un contenido de opacidad y molestia de quienes recibimos esos malos servicios. Me refiero en concreto, por ejemplo a la suspensión de los servicios de luz (a veces un día o más tiempo), de gasomático, servicio de agua potable, telefonía básica y celular, televisión de paga, y que desde luego cobran completo el mes de servicio, sin hacer descuento alguno por la suspensión habida y siempre sin una respuesta clara y benéfica al consumidor y afectado por esas fallas o malos servicios.

Es tiempo, pues, de que la sociedad y los consumidores se organicen para hacer de esa instancia (asociación de consumidores) un espacio de denuncia, defensa y protección de los intereses de los consumidores, como ya existe en algunos países europeos y que ha brindado beneficios tangibles y medibles, como el hecho de que allá, por ejemplo, se cobra exclusivamente por los segundos consumidos en telefonía y no por minutos como es nuestro caso. De ahí que el servicio telefónico celular sea tan caro y deficiente en nuestro país, en comparación, por ejemplo, con EU o Canadá.

Apostilla: El espíritu egoísta del comercio no reconoce patria ni siente ni siente ninguna pasión o principio salvo el del lucro (Thomas Jefferson).

Maestro en la Facultad de Derecho de la UAQ. @JorgeHerSol jorgeherrerasolorio@gmail.com

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