Resultaría un reto difícil de cubrir en este espacio de opinión, realizar la exposición de los avances científicos y tecnológicos, así como de innovación a lo largo de cerca de seis milenios, si consideramos con una de las culturas más antiguas la egipcia, establecida alrededor del año 4.000 a.C., presentada en el artículo pasado junto con la referida a la antigua Grecia y la antigua romana.

Se ha citado aquí, que los avances del conocimiento en ciencia, innovación y tecnología han sido determinantes en elevar la calidad de la humanidad, pero también han sido utilizados de forma destructiva.

Considerando un salto a los siglos XVIII, XIX, XX y XXI, pueden señalarse algunos de los aportes que actualmente aprovechamos; es el caso de la Revolución Industrial, proceso de transformación económica, social y tecnológica que se inició a mediados del siglo XVIII en Inglaterra, por el cual la humanidad transitó de formas de vida tradicionales basadas en la agricultura, la ganadería y la producción artesanal, a una economía de carácter urbano fundamentada en la producción industrial y la mecanización.

El ferrocarril, nacido en el siglo XVIII, es uno de los grandes protagonistas de la Revolución Industrial. La gran revolución del ferrocarril comenzó en 1814, cuando George Stephenson   utilizó la máquina de vapor como medio de locomoción y su invento fue un éxito. El uso de la máquina de vapor de James Watt (patentada en 1769) en las distintas industrias, fue el paso definitivo en el éxito de esta revolución, pues su uso significó un aumento espectacular de la capacidad de producción. El desarrollo de los barcos y de los ferrocarriles a vapor, así como el desarrollo en la segunda mitad del XIX del motor de combustión interna y la energía eléctrica, significaron un progreso tecnológico sin precedente; el beneficio económico fue enorme, desde el inicio del siglo XIX la riqueza y la renta per cápita aumentó como no lo había hecho nunca en la historia.

De los cerca de 26 mil kilómetros de vías con que cuenta la actual red ferroviaria nacional, 19 mil se construyeron durante el Porfiriato, con el cual surgió la compañía Ferrocarriles Nacionales de México, con una participación gubernamental de 51% en el capital social y 8,343 kilómetros de vías (https://bit.ly/3GldDnj). El tren ha influido en la conformación económica, política, social y geográfica de México. Desafortunadamente, en las últimas décadas no ha existido inversión significativa en su modernización y crecimiento.

En 2006, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes propuso un enlace ferroviario de alta velocidad que transportaría pasajeros desde la Ciudad de México a Guadalajara, Jalisco, con paradas en las ciudades de Querétaro, Guanajuato, León e Irapuato; desafortunadamente se suspendió lo que podría haber sido el primer tramo, Ciudad de México-Querétaro, necesario y de gran relevancia, el 2 de febrero de 2015 se suspendió indefinidamente. El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador anunció el 5 de octubre del 2020 la reanudación del proyecto, hasta ahora no se conocen los avances para esta obra esencial, en hora buena si se realiza. (Continuará)

Ex Rector de la UAQ 
jalfredozg@yahoo.com.mx

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