Apenas comenzamos a saborear la dulzura de la esperanza de ir venciendo esta pandemia, muy a pesar de todas las personas que han sucumbido a sus invisibles garras y que han dejado un enorme hueco en las familias en toda la redonda geografía de este planeta. Garras que destrozan físicamente el sistema respiratorio de las personas dejando secuelas, con muchos daños colaterales  para absolutamente todos, los cuales han hecho pedazos el equilibrio emocional, las expectativas, el patrimonio, el empleo, la convivencia, el espacio y contacto indispensable para nuestros niños y jóvenes.

Apenas cuando los miles de héroes que le han combatido sentían venir el alivio de un descanso que les permita recuperarse de su enorme sacrificio en favor de otros y el cual siempre se agradecerá.

Apenas cuando sabemos que regresar al confinamiento tendría seguramente impactos de los cuales muchísima gente no podrá recuperarse en un largo tiempo.

Apenas que sentimos algunos el alivio de estar vacunados sin bajar la guardia, llega una nueva embestida del virus que con mutaciones nos hace pensar en una novela de terror y nos obliga a buscar la manera de que nuestros jóvenes y niños estén protegidos y evitemos que la llamada tercera ola nos pegue con mayor fuerza. Hay que hablar claro con nuestros jóvenes y proteger a los niños con lo mucho o poco que ya hemos aprendido a lo largo de este agrio tiempo que hemos vivido. Es indispensable no solo mantener, sino fortalecer la guardia para que evitemos un nuevo desastre.

Puede sonar intrascendente, pero deseo compartir la imagen de un amanecer, como para refrendar nuestra esperanza de que pronto podamos disfrutar de días llenos de alivio y sonrisas en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal

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