Cerrar los ojos ante una realidad no hace que ésta desaparezca. Sin embargo, eso es lo que en los últimos meses, el gobierno del estado ha pretendido. Sin importar su color partidista, las autoridades niegan una realidad lacerante: el incremento de la violencia y, en particular, la violencia contra las mujeres.

Desde 2012, la Consultoría para el Desarrollo del Potencial Humano, Codepeh, había advertido que siete de cada diez mujeres en Querétaro habían sufrido alguna forma de violencia.

El estudio Jóvenes por la equidad, hecho por esta organización no gubernamental, señalaba que las mujeres de 15 a 19 años eran más susceptibles a sufrir violencia en el noviazgo.

En 2013, las manifestaciones públicas por el incremento del número de mujeres desaparecidas y que sufrían violencia, tomaron las calles para hacer conciencia sobre esta problemática. Las autoridades hicieron oídos sordos.

Es decir, estamos ante un fenómeno que creció lentamente y que, pese a las advertencias de la sociedad civil, las autoridades queretanas no hicieron nada para prevenirlo.

No les importó el incremento de desaparecidas ni la violencia contra las mujeres.

Estos últimos meses, han sido fatales en cuanto a feminicidios.

En el vacío de poder que se dio entre la licencia que pidió José Calzada Rovirosa para abandonar el gobierno estatal e irse a refugiar al gabinete de Peña Nieto y el breve tránsito por Palacio de la Corregidora de Jorge López Portillo, la violencia se disparó en el estado.

Activistas de organizaciones sociales como T’ek’ei, han alertado que por lo menos se tienen registrados 19 feminicidios. Y decimos que por lo menos, porque en estos casos, las cifras de delitos intentan disfrazarse, como se intentó hacerlo con el asesinato de una profesionista, cuya primera línea de investigación afirmaba que había sido suicidio, sin embargo, ante las contradicciones y la falta de evidencia, dicha versión se cayó rápidamente y sólo quedó admitir la cruda verdad.

Desde profesionistas, empleadas o trabajadoras, la violencia permea a todos los estratos sociales. Algunos asesinatos han sido con lujo de violencia que sólo denota un enorme odio.

Esta semana que recién concluyó, hechos de violencia conmovieron a los queretanos. Primero, el asesinato de una joven en San José El Alto.

Laura Carrillo salió de su trabajo para dirigirse a su domicilio. Nunca llegó. Apareció muerta. Degollada y desollada. La comunidad exige justicia ante tal crimen.

No son hechos aislados, discurso que ya nadie le creería a las autoridades, sino, como hemos explicado, es un fenómeno que ha ido en crecimiento y ante el cual las autoridades permanecen impávidas, sin dar una respuesta concreta.

La exigencia de implementar una alerta de género que organizaciones civiles han sostenido es algo que el gobierno del estado debería tomar en cuenta.

Se deben aplicar mecanismos de protección y, además, prevención, como señalaron activistas.

Sin embargo, declaraciones como la de la diputada panista Carmen Zúñiga quien, entre otras cosas, dijo que las mujeres deberían “darse a respetar”, evidencian que aún no han comprendido la magnitud del problema. Claro, como cualquier político, la diputada dijo que había sido malinterpretada.

Poco a poco, la violencia se ha adueñado de nuestro entorno. Se tiene que actuar inmediatamente. El discurso de las autoridades panistas de que han heredado un desastre no les hace ganar tiempo, simplemente denota que se están tardando en actuar.

Periodista y sociólogo. @viloja

http://victorlopezjaramillo.com

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