La situación que vive nuestro país en cuanto a temas de inseguridad es de preocupación mayor, el sureste de nuestro país y la zona del pacífico han sido titulares a causa de la violencia que ha azotado estas regiones. Dicha situación es preocupante para todos los y las mexicanas, la indolencia por parte de las autoridades había sido una constante, reducir a víctimas colaterales o simplemente cifras era parte del modus operandi en aras de erradicar al llamado crimen organizado.

Pero lo vivido en Culiacán la semana pasada nos da más muestras de que el presente Gobierno de México trabajó de manera diferente, mucho más humana y con mayor cercanía a la gente. A pesar de que la estrategia en la captura de Ovidio Guzmán careció de certeza, la decisión que respaldó Andrés Manuel López Obrador de liberar al hijo de uno de los capos más peligrosos del mundo, si bien es de un alto costo político y ha puesto a la presente administración en el “ojo del huracán”, fue una decisión con alto sentido humanista, con plena conciencia de las reacciones que tanto medios de comunicación como la sociedad tendrían con esta disposición que llena de polémica la vida pública del país.

Cabe recalcar que la decisión de liberar a un líder del crimen organizado no es una decisión exclusiva del actual gobierno, en 1993 el titular de la Procuraduría General de la República, hizo omisión de la captura de las cabezas del Cartel de Tijuana, los hermanos Ramón y Benjamín Arellano Félix, esto a pesar de que su ubicación estaba plenamente confirmada, dicha decisión fue respaldada por el expresidente Carlos Salinas de Gortari.

Tres sexenios más tarde en uno de los períodos más complicados de la vida nacional, mientras la gestión de Felipe Calderón llegaba a su fin, Guadalajara se llenaba de sangre a causa de la detención de Nemesio Oseguera “El Mencho” esto tuvo como reacción prácticamente inmediata su liberación, esto con la intervención del panista Emilio González Márquez, quien tuvo que sopesar la vida de integrantes de la autoridad local que corrían grave peligro a costa de la liberación del conocido capo.

Como vemos el crimen organizado, ha basado su éxito justo en el complemento de su nombre, la organización, pero esto nos debe llevar a una reflexión urgente y necesaria, quién o quiénes permitieron e impulsaron que los diferentes cárteles del narco llegaran a tener tal nivel de coordinación, de acceso a armamento de uso exclusivo de la milicia o más grave aún, bajo el amparo de quién se permitió su internacionalización, ya que por ejemplo, según datos de la periodista Anabel Hernández, el Cartel de Sinaloa tiene presencia en un 70% del mundo.

El Presidente Andrés Manuel tiene una difícil tarea en la búsqueda urgente de pacificar la nación, para nada es un trabajo sencillo ni que se deba tomar a la ligera o que realizarse desde la improvisación o sin medir consecuencias al corto, mediano o largo plazo. Sin embargo y a pesar de que esta violenta situación no es nueva en nuestro México, hoy estamos ante un gobierno que valora la vida humana por encima del costo político que implica respaldar una decisión del corte del de la semana pasada.

Como mexicanos y mexicanas nos toca cerrar filas con el Presidente más allá de la simpatía o antipatía que se sienta con el titular del Poder Ejecutivo, la nación necesita de la unión de toda la sociedad y sobre todo de la clase política nacional, en donde la naciente oposición ha encontrado en la desgracia nacional la oportunidad de brillar en la crítica desmemoriada y muchas veces sin sentido.

Coordinador del Grupo Legislativo de Morena en Querétaro

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