El próximo 3 de julio conmemoraremos que por primera vez en el año de 1955 la mujer mexicana emitía su voto, después de una larga lucha y de un simbólico 6 de abril de 1952 donde más de 20 mil mujeres se congregaron en el Parque 18 de marzo del entonces Departamento del Distrito Federal, hoy Ciudad de México, para demandar el cumplimiento de una promesa que en ese sentido les realizó el entonces candidato presidencial, Lic. Adolfo Ruiz Cortínez, que les ofreciera el reconocimiento de una ciudadanía sin restricciones.

Por lo que el 17 de octubre de 1953 se promulgaron las reformas a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que permitieron el sufragio femenino por un lado y por otro, ser votadas, para las elecciones de diputados federales a la 43 Legislatura del Congreso de la Unión, quedando plasmado principalmente en el contenido aún vigente del artículo 34 donde se expresa que: “Son ciudadanos de la República los varones y mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requisitos: I. Haber cumplido 18 años, y II. Tener un modo honesto de vivir.”

Aquel notable triunfo llegó después de un largo proceso que inició a finales del siglo XIX, entre los años de 1884 y 1887, con lo expreso en la revista Violetas de Anáhuac donde se demandaba el voto de la mujer mexicana.

Desde aquellas fechas y hasta el año de la promulgación, las mujeres se hicieron presentes y fueron validando su importantísimo papel en diversos momentos históricos del devenir nacional, donde su presencia política y social resultó vital por ejemplo para el movimiento antirreeleccionista de Francisco I. Madero.

Asimismo, el 13 de enero de 1916 realizaron el primer Congreso Feminista, siendo uno de sus acuerdos el demandar el voto ciudadano de las mujeres.

Posteriormente, durante el Constituyente Permanente de 1917 se reconoció la igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral, para posteriormente en 1923 al realizarse el Primer Congreso Nacional Feminista auspiciado por la Liga Panamericana de las Mujeres, se elevara la voz para que la mujer pudiera obtener el derecho a ser elegida a los cargos administrativos, así como para que se promulgará un decreto de igualdad política y de representación parlamentaria.

Siendo el resultado el surgimiento de una ríspida pero fructífera etapa política en los niveles estatales de gobierno, que se hizo muy visible con la elección en Yucatán de tres mujeres diputadas: Raquel Dzib, Beatriz Peniche de Ponce y Elvia Carrillo Puerto, esta última de la cual ya hemos hecho referencia en otras opiniones, pues el Senado entrega anualmente un reconocimiento con su nombre a las mujeres que hayan incidido en la lucha social, cultural, política y económica en favor de los derechos humanos de las mujeres y de la igualdad de género.

Finalmente, durante la administración del presidente Lázaro Cárdenas el Congreso de la Unión aprobó una iniciativa que le otorgó el derecho al voto a la mujer y para aspirar a cargos de elección popular (municipales) que, no obstante, fue publicada hasta el gobierno de Miguel Alemán en 1947.

Para un servidor en mi calidad de Senador de la República por el estado de Querétaro, ha resultado un honor haber participado a favor en el más reciente capítulo de este infatigable camino por los derechos políticos de la mujer mexicana, que con su tesón y talento han impulsado las más recientes reformas también constitucionales para promover la paridad de género en los Poderes de la Unión, es decir, la igualdad de representación de la mujer mexicana en el Poder Ejecutivo, en el Legislativo y en el Judicial. ¡Enhorabuena y felicidades a todas ellas! ¡Cuenten siempre con todo mi apoyo!

Senador de la República

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