Es una de las mujeres más valientes que conozco. Ha recibido muchas amenazas en los dieciocho años que lleva litigando. Dos veces han tratado de matarla. Ha defendido a decenas de víctimas. A muchas no les ha cobrado un centavo. Por primera vez la veo muy asustada. “Me da miedo que me maten. Me da más miedo que me levanten y que me lastimen.” Me dice esto a pesar de que hay personas encargadas de su seguridad por instrucciones de la Secretaría de Gobernación. Su preocupación es comprensible. Hay colegas que han sido asesinados aun con esa protección que se otorga a periodistas o defensores de derechos humanos en riesgo extremo.

Se trata de la abogada Ana Katiria Suárez.

Muchos la recuerdan porque en 2013 tomó el caso de Yakiri Rubí Rubio, la joven acusada de homicidio calificado por defenderse de quienes la secuestraron, golpearon, violaron y apuñalaron. Luego de todas estas agresiones, vinieron otras, y es que Yakiri estuvo tres meses en prisión. Recuperó su libertad gracias a que Ana Katiria la defendió y demostró la manipulación y fabricación de pruebas en su contra.

El caso, que alcanzó una gran notoriedad, se detalla en su libro En legítima defensa. Algunos integrantes de la Procuraduría y del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México quedan ahí exhibidos por corruptos o por ineptos. A partir de su publicación en julio de 2017 empezaron los intentos de intimidación en contra de la abogada. Desde agentes del ministerio público hasta responsables de agencias de investigación obstaculizaron su trabajo. Servidores públicos la amedrentaron para que dejara de dar entrevistas a medios de comunicación. Ella no se detuvo. Fue entonces que vinieron los atentados de muerte, por lo que Ana Katiria entró al mecanismo de protección para defensores de derechos humanos y periodistas.

Ana Katiria Suárez no está sola. La acompañamos y respaldamos quienes hemos visto su trabajo; quienes valoramos su esfuerzo para defender a tantas víctimas; quienes admiramos su valentía y su fuerza. Atentos estaremos a que nadie se atreva a atentar nuevamente en su contra.

HUERFANITO.— Luego de algunos meses de cierta calma regresó la hostilidad aún con más intensidad en contra de la abogada. Me dicen que uno de los casos que ella litiga molesta profundamente en la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México; que el acoso viene desde ahí y al más alto nivel.

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