Estamos a menos de 30 días de que se inicie la nueva administración federal, en la cual hay muchas expectativas de beneficios mágicos para una buena parte de la población y de miedo de lo que está mostrando el Presidente electo como forma de gobierno. La duda es: ¿qué tanto va a lograr de todo lo que ha prometido?, ¿acabará con la corrupción como términó con el proyecto del nuevo aeropuerto?, ¿la seguridad va a mejorar simplemente por llegar al poder? ¿Será?

El problema es que para él todo se encuentra mal: los legisladores, los jueces, las instituciones, todos están viciados. Solamente él tiene la razón y eso lo convierte en una opción antidemocrática y peligrosa, que lo puede llevar a hacer muchos atropellos.

Por otro lado, seguramente también tendrá aciertos, sobre todo quitará abusos que existen en el sistema, algo , insultante para la población, lo que en buena medida le dio esa gran cantidad de votos el pasado primero de julio, aunque ahora debe demostrar que no sólo sabe jugar como opositor, que también sabe ser un líder para todos los mexicanos y en vez de estar partiendo a la sociedad entre ricos y pobres, puede conducir a todos a un mejor puerto. Eso tendrá que demostrarlo, lo que ha enseñado hasta hoy va en sentido opuesto, ojalá y corrija el rumbo por el bien de Mexico.

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Cuando Rafael Herrerías era presidente del equipo de futbol Veracruz, salía de una junta y se quejaba que la Femexfut era una mafia, un reportero le comentó que si en los toros no era igual y contestó que sí, pero ahí la mafia era él. Por eso ahora la mafia del poder está en manos de Andrés Manuel López Obrador, entonces no hay problema.
 
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En Querétaro resaltan en el Cabildo de la capital tres regidores que, aun siendo panistas, son la mayor oposición: me refiero a Juanita Elias, Ana Colunga y Héctor Contreras, quienes en lugar de ejercer el poder que les dio la sociedad, representan el interés del ex edil capitalino, Marcos Aguilar, que a como dé lugar quiere seguir en el juego, aunque vaya en contra de los intereses de su partido, así las cosas.

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El supuesto superdelegado, Gilberto Herrera, se sube al problema económico que atraviesan varias universidades estatales, planteando problemas, no ofreciendo soluciones, se le olvida que ahora deberá actuar, no como mártir, sino como solucionador de problemas, lo que no es lo mismo.

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