La soberbia no es buena consejera. Emberrinchado porque su dialéctica populista de lucha de clases entre el pueblo bueno y sabio —representado por él—, y el anti-pueblo (conservadores, fifís, machuchones, aspiracionistas, etc.), ha despertado a la sociedad y pone en riesgo las elecciones de 2024, AMLO actúa reactivamente cometiendo errores básicos como creer que convocar a una contramarcha de acarreados o invitar a la población a votar por todos los candidatos de Morena, le resolverá el problema.

Sin asumir que él mismo ha sido el principal instigador de la unidad social en su contra, derivado de la violencia y polarización social que ha generado a lo largo de su mandato (es el único Presidente en la historia de México que ha insultado a sus gobernados), López Obrador no para de agredir a la sociedad.

Estimados en más de un millón, los participantes en las más de 58 marchas de defensa del INE en el país y en el extranjero, enviaron claros mensajes para la oposición: si apoyan la reforma, no contarán con el voto ciudadano; y para AMLO un clarísimo: “El INE no se toca”.

Andrés Manuel supo —a pesar de su burlón menosprecio por la cantidad real de participantes— que la sociedad triunfó al arrebatarle el apoyo del PRI y del PRD. Adicionalmente, dañó seriamente su autoestima al quitarle el monopolio de las marchas, el control de la calle. Su respuesta, emocional e irracional, pretende ganar espacio para impulsar un plan B que rescate lo más posible de su propuesta original —vía leyes secundarias—, las que, de darse, serán impugnadas ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, porque una ley secundaria no puede estar por encima de lo establecido en la Constitución.

El austero Andrés Manuel, proclive a quitar recursos de operación a las instituciones y a dilapidar en sus caprichos personales, no pondrá límite para gastar en el acarreo: lo que sea necesario con tal de resarcir el daño infringido a su sensible narcisismo.

Sin embargo, el referente del día 13 estará presente el 27: frente a una marcha social de libre concurrencia, orden y sin consignas, será inocultable el descarado acarreo de burócratas de las administraciones federal, estatales y municipales, gobernadas por Morena, y de beneficiarios de programas sociales, a quienes rigurosamente se les controlará y pasará lista a través de los “Servidores de Morena”. Pocos sabrán el motivo real de su presencia en la marcha, pero todos sabrán que será condición para conservar sus empleos o no ser borrados de los programas.

Lo único que no aparecerán son la procedencia del dinero y los nombre de quienes gastarán las ingentes cantidades en la renta de transporte privado para el acarreo, la compra de tortas, refrescos, banderines y el pago de dádivas a los “voluntarios”. No habrá autoridad que pueda rastrear el dinero porque, como se ilustra en “El Rey del Ca$h”, se pagará en efectivo, claro.

A diferencia del día 13, el 27 no habrá “contingencia ambiental” y las estratosféricas cifras de participantes —naturalmente— serán infladas por Claudia Sheinbaum y sus huestes, ya que de esto depende curar el daño moral hecho a su mesías.

Habrá que ver si con esta demostración de acarreo, el presidente se siente satisfecho o si recurrirá a más muestras de poder y control. Lo cierto es que sus berrinches y extravíos obedecen a que no ha podido, hasta el momento, imponer su transa electoral. Resulta inocultable que actúa como un pequeño y caprichoso dictador.

Periodista y maestro 
en seguridad nacional 

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