A la ofensiva y a la defensiva. Contra la visión que suele ofrecer el presidente López Obrador del beisbol como alegoría de su desempeño, según David Luhnow y Juan Montes, en su artículo del lunes del WS Journal, AMLO realmente dedica sus mañaneras a “fildear” preguntas suaves, de softbol, y luego “habla… y habla…y habla”, en “su show de un solo hombre”. Habría que agregar que, cuando eventualmente algún reportero o alguna reportera de un medio de verdad, conecta fuerte con una pregunta de pelota dura, el presidente mismo dictamina un faul que no procede atender.

Hay otras metáforas beisboleras suyas. En una está al bat en actitud de poder, en imágenes divulgadas por su oficina. Y quizás en seguimiento a ese cliché, en las mañaneras “batea” las preguntas incómodas. Y allí mismo parece tomar al pie de la letra la fórmula de los cronistas que describen el turno al bat como pasar “a la ofensiva”. Sí, porque se dedica a ofender a medios, periodistas, críticos, opositores, calificadoras del crédito, organismos internacionales, servidores públicos y líderes de protestas campesinas, incluso de su propia coalición electoral.

En su turno a la defensiva, un pícher intransitable, en imágenes de la misma fuente, recurre sin embargo a culpar a otros de las carreras que le anotan lo mismo las bandas criminales que las estadísticas económicas y algunos jueces independientes. No es bien vista esa conducta en el béisbol. Allí se admiran comportamientos como el de Larry Rothschild, el coach de pitcheo de los Yanquis. Dos o tres semanas atrás, después de un desastroso desempeño de los pitchers a su mando, aplastados por los Medias Rojas, echó públicamente sobre sus espaldas toda la culpa y su responsabilidad de enderezar la situación. Una semana después, los Yanquis barrían a los Medias Rojas y mantienen la ruta a la Serie Mundial.

Legalidad y estadísticas. Beisbol, el deporte más regulado, es escuela de legalidad y de respeto a las jurisdicciones de sus autoridades: el ampáyer de Home y los de primera y tercera, con una instancia revisora fuera del estadio. Órganos reguladores autónomos que, dice nuestro presidente, le estorban para gobernar: algo así como si Justin Verlander pidiera eliminar al ampáyer principal porque le estorba para meter en la zona de strike su bola rápida de 102 millas p.h. Y aparte de la autonomofobia presidencial, como la llamó José Sarukhán ¿qué diría de la fobia de AMLO a las estadísticas económicas, el doctor Sandlot Stats, autor del clásico Learning Statitics with Baseball? Quizás: menos fotos con el bat al hombro y más atención a los valores pedagógicos del beis.

Profesor Derecho a la Información UNAM

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