Bien dice el adagio popular, que genio y figura, hasta la sepultura. El señor presidente municipal de Colón, Alejandro Ochoa Valencia, no se podía comportar de otra manera que como lo que es, como le es inherente a quien mareado por el poder, se dedica a todo menos a escuchar humildemente y resolver con responsabilidad las necesidades y problemas de la población colonense. Es de los que piensan, como dijo Decimus Junius, poeta romano: “Esto quiero y así lo mando, valga por razón mi voluntad”.

Sabido es por los queretanos que Alejandro Ochoa Valencia, en apenas año y medio de que asumió el poder, se ha convertido en todo un personaje cuyo protagonismo lo ha llevado a escandalizar. Partiendo de que el poder no corrompe, desenmascara, mencionaré sólo algunos hechos de este ilustre personaje que revelan su verdadera personalidad. El 10 de octubre de 2016 en que de acuerdo con varios medios de comunicación que registraron el hecho, en completo estado de ebriedad, como cualquier indigente, enfrentó a la policía del municipio de Corregidora, portando un arma prohibida luego de un accidente de tránsito al ir consumiendo bebidas alcohólicas.

Está registrado también que en un evento del Consejo Municipal contra las Adicciones en el CBTA 115, de manera prepotente, frente al alunado y funcionarios del gobierno del estado, encaró y amenazó al colonense Jorge Montenegro responsabilizándolo de la forma como se ha criticado a su gobierno a través de las redes sociales, y luego de mostrarse en una fotografía en su cuenta de Facebook con el torso desnudo y retó al periodista queretano, Miguel Ángel Álvarez como reacción a una crítica que le hizo

Acostumbrado a amenazar e imponer su voluntad a policías, periodistas y funcionarios de su administración, no extraña que el pasado jueves 2 de los corrientes haya cometido, en coordinación con su secretario de gobierno, Leobardo Vázquez Briones, una más de sus chifladuras, al reprimir a los vecinos del municipio organizados en Antorcha Campesina que cansados de esperar pacientes un año y medio la solución a sus demandas decidieron instalar un plantón pacífico frente a las instalaciones de la presidencia municipal.

Por toda respuesta a sus peticiones lo único que dijeron es que se van a hacer las obras que ellos dicen porque la propuesta de su plan de obra anual (poa) es resultado de una auscultación con la gente de las comunidades. Incluso se atrevieron a enumerar obras que de acuerdo con dependencias estatales no son viables y ni siquiera cuentan con sus respectivos proyectos, como las obras de drenaje en las comunidades, Ejido Patria, El Coyote y Saucillo y que de ninguna manera pueden hacer compromisos por escrito, cosa que nunca van a hacer, porque según Alejandro Ochoa, está siendo víctima de chantaje por quien esto escribe.

Caro pagaron su osadía, los humildes antorchistas colonenses al intentar colocar su plantón para permanecer allí hasta encontrar solución a la falta de servicios básicos para sus comunidades, como agua, luz, drenaje, pavimentos y aulas. Inmediatamente les quitaron sus pocas pertenencias y se llevaron presos a la dirigente municipal, Guadalupe Reséndiz Jiménez y al campesino José Ambrosio Trejo Olvera, remitidos alas instalaciones de la fiscalía en el vecino municipio de Tolimán, no sin antes haber sido objeto de golpes durante el trayecto para que firmaran un documento donde aceptaban dedicarse al consumo y tráfico de drogas, violando sus derechos humanos y de libre protesta.

Como lo único necesario para el triunfo del mal es que los buenos no hagan nada, los antorchistas continuaremos con nuestra denuncia y nuestra exigencia al gobierno del estado para parar a este demente y resolver las peticiones del pueblo. ¡Nada más, pero nada menos!

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