En 1974 don Daniel Cosío Villegas, y en un contexto en el que el Presidente de la República gozaba y ejercía de un inmenso poder, publicó un extraordinario libro “El estilo personal de gobernar”. El libro, según palabras de su autor, partió de la siguiente idea: “puesto que el presidente de México tiene un poder inmenso, es inevitable que lo ejerza personal y no institucionalmente, o sea que resulta fatal que la persona del Presidente le dé a su gobierno un sello peculiar, hasta inconfundible. Es decir, que el temperamento, el carácter, las simpatías, y las diferencias, la educación y la experiencia personales influirán de un modo claro en toda su vida pública y, por lo tanto, en sus actos de gobierno”.

Hoy es notorio e innegable que el gobierno del Presidente López Obrador, debilitando, saboteando, denostando y hasta destruyendo las diversas instituciones democráticas del país pretende concentrar el poder público en la figura de Presidente de la República. Es por ello que resulta conveniente intentar definir hacia dónde nos lleva López Obrador partiendo de analizar su temperamento, carácter, educación, experiencias.

Personalmente me parece que hasta el momento la carta renuncia del hoy exsecretario de Hacienda, Carlos Urzua, define al gobierno de México de una manera clara y contundente. A continuación cito dos fragmentos de ella; ”Discrepancias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que esta pueda tener y libre de todo extremismo, sea este de derecha o izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones no encontraron eco.

Aunado a ello, me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública. Esto fue motivado por personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interés”.

De lo anterior se desprende que las decisiones de gobierno se están tomando sin el suficiente sustento, haciendo caso omiso de la evidencia y por personas que desconocen los temas sobre los que toman dichas decisiones. Esto mismo lo observamos por ejemplo en la construcción de la refinería de Dos Bocas en la que expertos de todo tipo han manifestado que no es conveniente ni rentable, lo mismo pasa con el aeropuerto de Santa Lucía o con la cancelación del programa de estancias infantiles o con la compra y distribución de medicamentos o con muchos otros asuntos.

En suma, podemos manifestar que el estilo personal de gobernar del Presidente López Obrador, y al que denominaré “el estilo López O”, es el de tomar decisiones sobre las rodillas, sin conocimientos, sin tomar en cuenta la evidencia, sin análisis de las consecuencias ni los efectos secundarios. Es el estilo que coloquialmente pudiéramos definir como el de la ocurrencia o el del “al chilazo”.

Fuente de los Deseos: Ojalá el Presidente recapacite y se dé cuenta de que gobernar es cosa seria y que no se pueden tomar decisiones “al chilazo” o porque le late.

Comisionado del Consejo Estatal Contra las Adicciones (CECA). @TAMBORRELmx

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