Esta semana inició la asamblea general de la Organización de las Naciones Unidas y el secretario general de la misma, el portugués Antonio Guterres hizo sonar sirenas y alarmas para expresar su sentir en torno a la sombría situación actual de la humanidad, la cual enfrentamos un combo de desgracias que la colocan en una de las más difíciles crisis en su historia, ello por lo que han significado al día de hoy los alcances de la pandemia del COVID-19, el cambio climático, las crisis económicas que han incrementado la desigualdad social, le enorme división por los acomodos de las grandes potencias, la polarización en la ideologías, etcétera. Cada uno de estos temas genera a su vez la derivación de otras problemáticas como lo son la inequidad en la aplicación de vacunas, la creciente inseguridad, la exacerbada migración hacia otros países tras sueños que se desvanecen a golpes físicos y de realidad por motivos políticos y económicos en unos casos y de contingencias naturales en otros.

Su mensaje, que incluyó varias referencias hacia otros temas de igual relevancia, como el uso de la tecnología, las finanzas mundiales, los modelos económicos que parecen tomar caminos disyuntivos y todos ellos despiertan el temor de encontrar en el futuro inmediato más diferencias que coincidencias, y con ello propiciar ampliar las brechas de desigualdad de nuestro planeta.

La expresión “estamos al borde del abismo  y caminamos en dirección equivocada” conlleva un dramático significado que debe obligar a pensar y generar conciencia, no solamente para los todos los gobiernos, sino también para los grupos sociales que conforman cada una de las poblaciones  en todos los países del mundo. Es cierto que las libertades son uno de los más grandes tesoros para cualquier ser humano, pero desafortunadamente la confrontación lleva a limitarlas y en ocasiones cancelarlas.

Estoy cierto que antaño la distancia entre los puntos de la geografía nos permitía la percepción de que estábamos a salvo de lo que sucedía en la relativa lejanía. Hoy día, sucumbimos al impacto de la cercanía que otorga la información en tiempo real sobre lo que sucede a miles de kilómetros. Desafortunadamente la información que procesamos, tiene que ver en su gran mayoría con malas noticias que hablan de adversidades, y todo ello pareciera funcionar, irónicamente, como una vacuna contra la capacidad de asombro, haciéndonos perder la sensibilidad ante el impacto de lo que sucede en nuestro entorno. Es entonces que hacemos a un lado el enorme valor que tiene el generar conciencia y actuar en consecuencia.

Tal vez este mensaje se quede tan solo en la nota o en la anécdota, pero creo que tiene un valor mucho mayor por venir de quien viene, y ojalá pueda mover y sacudir a muchos para evitar la catástrofe que significaría la indiferencia ante las realidades que vivimos hoy día.

Estoy cierto que la gran mayoría de los seres humanos somos apenas un grano de arena, pero la certeza del suelo, a diferencia del abismo, está formado por la consolidación de todo ese material. Ojalá y se escuche esa voz autorizada y los pasos se dirijan hacia mejores espacios que brinden soluciones y que la noticia y el mensaje sean justamente las propuestas y acciones para resolver estos retos que vivimos también en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal

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