El prejuicio es una opinión preconcebida, generalmente negativa, hacia algo o alguien. Los prejuicios pueden llevar a una sociedad al racismo y la intolerancia; es decir, escribir, pensar o hablar algo que se desconoce. Ahora bien, el Diccionario de la Real Academia, define al “prejuicio” como: “Acción y efecto de prejuzgar. Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal” y esto, dejando a salvo la libertad de expresión, con sus limitantes, lo observamos en las redes sociales, en donde una sola persona es “experta” en: Geopolítica Internacional, Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, conflictos en Medio Oriente, Finanzas, Economía, Política nacional e internacional; relaciones exteriores de nuestro país, todas las religiones, educación, tácticas y estrategias militares, navales, viajes al espacio, medicinas milagrosas que, dicen curarte desde un catarro hasta el cáncer más mortal, adelgazar sin mayor esfuerzo que el untarte una crema en la panza, píldoras y demás para bajar de peso de la noche a la mañana, etc. Todos estos “conocimientos” no los tenía ni el genio más grande que ha existido hasta la fecha: Albert Einstein quien, según estudios científicos, utilizó sólo el 13 % de la capacidad que tiene todo cerebro humano.

En este nuestro querido Querétaro, siempre nos ha gobernado la plutocracia, íntimamente ligada a la ultraderecha, cada día más desdibujada de El Yunque, comandando en la plaza por un ser obscuro, vengativo y amargado: El ahora “senador” Alfredo Botello Montes, quien desde hace tiempo ha olvidado sus orígenes. Además, esas plutocracias son el brazo político de la iglesia católica y prueba de ello, es que, salvo los templos cristianos, se ha evitado a toda costa la instalación de mezquitas, sinagogas, etc., a pesar de que aquí existen diversos y numerosos grupos de estas religiones.

Otra prueba de los prejuicios gubernamentales en Querétaro es que, quienes ocupan los más altos cargos, se encierran bajo 5 llaves, 10 secretarias y nunca los verás al lado de campesinos, obreros o visitando zonas paupérrimas en donde se carece de los servicios más elementales. Por eso concluyo: Ningún político merece que lo defiendas con uñas y dientes; entiéndelo de una vez por todas: No te conoce, no eres su amigo, no le importas; deja la intensidad. No puedes luchar y vivir a la vez, así es que, ¡Vive y deja vivir! Atrévete a ser sueño en bendita libertad. (Fin)

Especialista en Derecho del Trabajo, 
Certificado por el Notariado de la Unión Europea. 
lopezaso@outlook.com

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