El próximo jueves se conmemora un año más del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

De acuerdo con los objetivos establecidos por la Organización de las Naciones Unidas, en la Agenda 2030, una de las metas a conseguir es “eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado”; sin embargo, por lo que ve a nuestro país, parece ser que las “estrategias” no están dando resultados.

De acuerdo con información oficial, en el mes de agosto se alcanzó un máximo histórico de feminicidios. Conforme a las gráficas de incidencia delictiva, agosto se convirtió en el mes más violento para las mujeres en los últimos 6 años, con 105 feminicidios registrados y 275 homicidios dolosos en contra de mujeres, a nivel nacional.

Otro dato importante es la incidencia delictiva en lesiones dolosas contra mujeres, muchas de las cuales sufren heridas terribles, por el uso en su contra de ácidos, sustancias corrosivas, herramientas, elementos punzocortantes y otras vejaciones. En este tema, el estado de Querétaro mantiene por varios años consecutivos  el deshonroso primer lugar en tasa de víctimas por cada 100 mil habitantes, y el séptimo lugar nacional en términos absolutos.

Todo ello contrasta con el esfuerzo constante de varios líderes sociales, colectivos, instituciones y sectores que, día a día, procuran hacer visible el problema y a las víctimas. Tal y como sucede con el largometraje recién estrenado “Noche de Fuego”, producción orgullosamente mexicana y en la que tuvo gran participación el talento queretano; y en la que se pretende hacer patente y visible el problema de la explotación de menores y la violencia que sufren las mujeres en zonas rurales. Violencia que cada día se recrudece más y que se va esparciendo como un cáncer sin control.

Por eso mismo, es que creó el “Día Naranja”, como un día de reflexión y análisis, pero sobre todo, de acción. Ya no son suficientes las manifestaciones, los gritos, los reclamos; la tendencia sigue igual y no parece detenerse. Ante ello, cabe preguntarnos ¿Qué estamos haciendo mal? o, más bien, ¿Qué no estamos haciendo?

De entrada, hemos normalizado la violencia y en especial la ejecutada contra mujeres. No es posible que, ante las cifras comentadas, donde se han alcanzado estadísticas históricas, no exista un plan emergente o de estrategia política para la atención del problema.

Pareciera que el Estado y sus órganos han decidido apostar por la indiferencia y la ausencia de acciones, dando por hecho que los feminicidios y la violencia contra las mujeres es algo “normal”, que hay que sobrellevar.

Es inaceptable que, a tres años de haber iniciado la administración de la 4T, persista la indiferencia y la ausencia de acciones en este rubro. Hasta el momento, la única que trató de impulsar desde el gobierno federal una agenda al respecto, fue la exministra Sánchez Cordero; sin embargo, con su restitución al Senado, ese tema, como muchos otros, han quedado en el tintero.

Por todo ello, es urgente que el Estado Mexicano, en sus tres niveles de gobierno, implemente una estrategia integral que atienda eficazmente el problema y, por fin, dé resultados. Las víctimas lo demandan.

Es tiempo de pasar de los discursos a los hechos.

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