En las últimas semanas, los aspirantes de Morena a la silla grande han hecho campaña descaradamente. Cada día queda más claro a qué se referían cuando decían que había comenzado el “baile de las corcholatas”.

El punto de arranque fue el evento realizado en la ciudad de Toluca, Estado de México, y cada día que pasa están más centrados en hacer campaña que en cumplir sus responsabilidades. Tanto habían criticado ese tipo de prácticas que ahora, abiertamente, las ejecutan con total descaro.

Pero lo más grave, es que al tiempo que hacen “campaña”, están devengando un sueldo y prestaciones en ejercicio de un cargo público que no están cumpliendo, descuidando sus funciones.

Tal es el caso de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, a quien en los últimos días se le han presentado varios inconvenientes en el funcionamiento del sistema de transporte Metro y, no obstante ello, anda haciendo gira por todo el país. Este fin de semana le tocó a Querétaro y disfrazado de una supuesta “plática de reforma electoral”, la jefa de gobierno habló abiertamente sobre la sucesión presidencial. Los gritos eran más que obvios, el evento fue un acto anticipado de campaña.

O también está el caso del canciller, quien ya se siente con la candidatura en las manos. Prueba de ello son las constantes reuniones que ha mantenido abiertamente con actores políticos y demás gente de varios sectores, públicos y privados, que poco o nada tiene que ver con sus funciones. Mientras tanto, México atraviesa por una de las tragedias humanitarias más crueles de los últimos tiempos, con la muerte de 27 mexicanas y mexicanos al interior de una caja de tráiler en la ciudad de San Antonio, Texas; así como las fuertes restricciones que se avecinan por parte de los gobernantes norteamericanos que afectarán el comercio exterior.

Y así también se encuentra el secretario de Gobernación, quien abiertamente ha manifestado su intención de ser el candidato y, para ello, no ha dudado en utilizar toda la maquinaria del Estado para posicionarse electoralmente, tanto en medios como en territorio.

Algunos otros que también andan en la carrera son el senador Monreal, con un perfil más conservador y el radical Noroña quien, en abierta violación a la ley electoral, ya mandó hacer “estampitas” con su foto y leyendas de apoyo, para que sus partidarios las coloquen en la entrada de sus hogares, en un acto cuasi-religioso.

De verdad que las corcholatas están desatadas y lo peor, es que no hay nadie que las detenga.

El problema no es que dichos actores tengan aspiraciones políticas, eso es totalmente válido; lo incorrecto es que, aprovechándose de sus cargos, hagan campaña abiertamente fuera de los tiempos legales, disfrazándose de reuniones privadas o “pláticas electorales”. Por el contrario, descuidan sus funciones y responsabilidades, siendo ello la razón por la que se les puso en el cargo. Los actos que están ejecutando son una clara muestra de lo que representan y lo que buscan instaurar, un gobierno al margen de la Ley, de pleitesía a su jefe máximo y de total desacato a las instituciones.

Debemos tener cuidado.

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