En el lenguaje beisbolero, el que entiende mejor el presidente, en la valoración de estos dos años de gobierno, hay una gran distancia entre lo que él ve, o quiere ver, y lo que los aficionados presencian. Cuando el equipo de gobierno está al bat, el presidente canta “bolas”, a lo que la tribuna califica como “strikes”.

El problema consiste en que el presidente es multitareas (y no precisamente por su capacidad o dominio de todos los puestos, sino por un protagonismo derivado de un insano sentido de superioridad moral), por lo que juega, simultáneamente, de cronista, picher, cacher, ampáyer, bateador, coach, dueño del equipo, líder de la porra y censor de cronistas deportivos.

Lo que el público ha presenciado en este segundo aniversario, es lo siguiente:

—Seguridad: crece el número de muertos a manos de la delincuencia organizada; la declaración de guerra del narco al gobierno federal con el atentado en contra del Secretario de Seguridad de la Ciudad de México; entre muchos otras cosas preocupantes.

—Salud: México se coloca en el sexto lugar de países con más muertos en el mundo por el Covid 19; riesgo de mayores contagios y muertes por la vuelta a la normalidad, estando en semáforo naranja; descuido de enfermedades como cáncer, hipertensión, VIH, diabetes; desabasto de equipo y material para que el personal que atiende la pandemia; etc.

—Económico: el manejo de la crisis económica amenaza con la mayor caída del PIB en el continente; la baja en la calificación de inversión soberana; la ruptura con el sector empresarial por la falta de apoyos fiscales y económicos, así como la pérdida de confianza de inversionistas nacionales y extranjeros impactarán en el cierre de empresas, pérdida de empleos y de ingresos para las familias; el daño al patrimonio nacional, por 200 millones de dólares, por la pérdida de un laudo internacional debido a la cancelación de la construcción de la planta Chicoasén II; el repentino gasolinazo; la inminente cascada de concursos mercantiles de las empresas que se encuentran en insolvencia, luego de la pandemia; etc.

—Político: la visita de apoyo a la campaña electoral de Donald Trump, disfrazada de entrada en vigor del T-MEC; el intento de Morena para que la Cámara de diputados entregue al presidente parte del manejo del presupuesto; las maniobras para desplazar al INE como juez de la contienda electoral; la persecución a medios de comunicación, periodistas y la descalificación de críticos e intelectuales, que no coinciden con sus otros datos; etc.

No obstante las abanicadas de los secretarios y funcionarios del gobierno, algunos de su porra lanzan cohetones, gritan desaforadamente festejando lo que nadie ha visto: hits, resultados palpables, metas alcanzadas, proyectos realizados, etapas superadas, progreso, mejoras en las condiciones de vida.

La pizarra, según algunas encuestas recientes, apunta lo siguiente:

La mayoría de la población piensa que el país va por el rumbo equivocado; la popularidad del presidente en alguna encuesta se encuentra cercana al 40%, mientras que en otra cae al 56%, llegando a colocarse por debajo de la que tenían, en el mismo lapso, los tres presidentes que le anteceden.

En materia económica, seguridad pública, combate a la pobreza y como guardián de las elecciones, la calificación reprobatoria es superior al 60%. En corrupción, 50% lo desaprueba.

Esto es, en los principales temas de su oferta político-electoral, el presidente sigue abanicando.

Periodista y maestro en seguridadnacional

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