Si, también voy a hablar del Día Internacional de la Mujer. Es un tema que se quiera o no, causa opiniones encontradas y a veces reacciones desproporcionadas. A mi parecer, al final de cuentas no logra el efecto deseado.

Es un día que se ¿festeja?, más bien es un día en el que se conmemora la lucha de la mujer por tener condiciones laborales dignas, justas y al alcance de todas.

Actualmente este día tiene otras connotaciones, algunas muy justas, otras más bien aprovechan la atención mediática para exigir cualquier arreglo de cuentas (principalmente contra los hombres, aunque no siempre por justas razones).

¿Qué es entonces el Día de la Mujer? ¿Una lucha por la igualdad laboral? ¿Un foro para crear una nueva identidad de la mujer para estos tiempos modernos? ¿Un momento de desahogo iracundo por poder hacerlo?

Considero importante rescatar el origen de esta conmemoración: La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) refiere que en el tercer trimestre de 2016, 20.8 millones de mujeres de 15 y más años, formaban parte de la población económicamente activa (PEA) en el país, por tanto, la tasa de participación económica en aquel entonces era de 43.9% de la población. Aún con este alto porcentaje de mujeres trabajadoras, la mujer sigue ganando 30% menos que el hombre y esto aplica en todo el país.

¿Cómo puede ser que una población económicamente activa, que además realiza trabajo en el hogar, perciba 30% menos del sueldo que recibiría si fuera hombre. Pero ¿qué no es lo “normal”? El ver a la mujer trabajadora como alguien que está jugando a trabajar, que trabaja mientras se casa y tiene hijos, que por ser mujer tiene una preparación menor.

¿Cuántos ingenieros son elegidos sobre las mujeres sólo por el hecho de ser hombres?, cuando persiste la creencia de que la mujer requiere menos ingreso pues “no mantiene a su familia”, quizá quien dijo eso desconoce que el casi el 30% de las familias son mantenidas por una mujer.

En una entrevista de trabajo, mi entrevistador, al saber que tengo hijos, exclamó “uy, pero es mamá…”, y creo que debí denunciar por discriminación. Así es, además de menores sueldos, las mujeres son discriminadas porque están casadas, tienen hijos, atienden a los adultos mayores, piden un trabajo de medio tiempo, por todas las veces cuando requieren elegir entre el trabajo y el niño enfermo y se atreven a pedir permiso para faltar algunas horas.

Si este es el tenor de la conmemoración del 8 de marzo, hagamos ruido y exijamos igualdad de condiciones laborales, no sólo para las mujeres, sino también para los menores de edad, los adultos mayores y las personas que viven con alguna enfermedad o discapacidad. Es una lucha donde habría que unirnos en una sola voz para exigir respeto y trabajo digno.

Como publicó una amiga nutrióloga: “Que me felicites por el día de la mujer, es como felicitar a un estudiante el 2 de octubre”.

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