El papa Francisco está convocando a que haya una jornada de oración y confesiones de 24 horas en todo el mundo entre los días 13 y 14 de marzo, para recordar y aprovechar la fuerza de la oración comunitaria, la importancia de reconciliarnos con Dios y con los demás, así como para promover “el interés por el otro” en lugar de la “globalización de la indiferencia” que estamos viviendo.

Esta jornada (que ya se llevó a cabo en 2014, de las 5 de la tarde del viernes 28 al sábado 29 de marzo), es parte de una serie de acciones que propone el Papa para alcanzar el objetivo de “fortalecer nuestros corazones”, lo cual es necesario “para superar la indiferencia y nuestras pretensiones de omnipotencia”.

“Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro.

“Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?”

El Papa hace tres propuestas para responder a la pregunta mencionada arriba. La primera es incrementar nuestra vida de oración y, en particular, promover y participar en esta jornada.

En segundo lugar, nos propone ayudar con gestos de caridad, llegando tanto a las personas cercanas, como a las lejanas, para esto último, podemos acercarnos a los organismos de ayuda que existen.

Y, en tercer lugar, además de ayudar, nos reitera la importancia de buscar ayuda: “si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos.”

La cuaresma de este 2015 se enmarca, en México, en un ambiente preelectoral en el que, desgraciadamente, a veces se escuchan más las descalificaciones que las propuestas. Se le ponen altavoces a los que promueven la división y tratan de exhibir lo peor de los demás, mientras que se ignoran las voces de los que intentan la unidad y los acuerdos. La unidad no debe interpretarse como que todos tengamos un cargo de elección popular o empleo en la administración pública. Si queremos servir y ayudar, hay lugar siempre y lo podremos hacer mejor en la medida en que construyamos cierta independencia económica.

En el plano internacional se enmarca en un aumento de tensión entre las grandes potencias: Estados Unidos, Rusia, China, y en el surgimiento de movimientos violentos como el de la expansión del estado islámico o como el movimiento de Boko Haram que se opone a los sistemas educativos occidentales.

La cuaresma debe ser un tiempo de reflexión, de sacrificio, incluso de retiro, pero, el Papa nos recuerda que esa reflexión y sacrificio deben traducirse en acciones positivas de interés por los demás y de unión. Y en especial, participar en la jornada de oración y conversión. Es una buena ocasión para dar un nuevo impulso a nuestras vidas y al mejoramiento del mundo.

Analista y miembro del PAN. @ggrenaud

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