Inicia un nuevo año y para nadie es un secreto que el 2020 será un año complejo para nuestro país. La economía nacional enfrentará grandes retos que pondrán a prueba la capacidad del gobierno para generar bienestar a través de políticas públicas eficaces. Es previsible que el entorno internacional continúe muy complicado: Donald Trump, el Brexit, la guerra comercial entre China y los EU, la persistente inestabilidad en el Mundo islámico, etc. Muchos analistas coinciden en que será un año de desaceleración económica y de bajo crecimiento de la economía a nivel mundial. No podemos descartar el tema de una posible recesión.

En los últimos meses, lo mismo en familia, en reuniones sociales o en el trabajo, hemos visto como la preocupación de la sociedad va en aumento respecto de su futuro personal; el pesimismo ha ido avanzando a pasos agigantados. La concentración de poder en una sola persona, el presidente, y la falta de contrapesos, se han traducido en muy malas decisiones económicas, como la inexplicable cancelación del Aeropuerto de Texcoco y la necedad de construir una refinería en Tabasco. Se han prendido las alarmas. Esas medidas asustan las inversiones que son fundamentales para generar crecimiento económico. Si no cambian las cosas, tendremos, como en el 2019, otro año de estancamiento económico.

Me referiré a dos retos que considero habrá de enfrentar nuestro país en el año. El primero de ellos tiene que ver con la economía y las finanzas públicas. Los precios bajos del petróleo a nivel internacional y la evidente disminución en los niveles de producción, nos colocan en una posición de gran debilidad financiera. Resulta difícil imaginar cómo el gobierno podrá ejercer el Presupuesto de Egresos como está planteado sin recurrir, ya sea a recortes al gasto público o al endeudamiento. Los recortes terminarían por descomponer el panorama económico y tendrían efecto en las expectativas de los inversionistas y de los consumidores.

Otro reto es el de la seguridad. La violencia va en aumento. Los delitos se multiplican. La debilidad institucional es una realidad que debe de afrontarse con medidas urgentes. Las organizaciones criminales se han adueñado de partes del territorio. La impunidad está a la orden del día. La apuesta del gobierno está en la Guardia Nacional pero no se ha visto ningún resultado. La delincuencia y el abuso del radicalismo violento representan pérdidas económicas y desgarramiento del tejido social.

Abogado. @jglezmorfin

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