Y no me refiero por supuesto a lo del hackeo electoral, que más que ruso me parece un cuento chino. Hablo del Mundial de Futbol para el que faltan ya menos de cien días. Y que podría ser un factor si no decisorio, sí decisivo el día de la elección presidencial. Al grado de inclinar la balanza.

A ver: aunque nos acusen de pamboleros, nadie puede negar que el futbol es un asunto de Estado en la mayoría de los países donde se practica esta locura colectiva; por ello vale la pena explorar —más allá del divertimento— algunos de los escenarios probables; y lo más importante su incidencia en eso que los sociólogos llaman el estado de ánimo nacional, que el propio gobierno ha calificado de “mal humor social” y que aquí he descrito como encabronamiento generalizado.

El primer partido del llamado Tri o Selección Nacional —que algunos maloras llaman Depresión Nacional— se juega el 17 de junio frente al campeón del mundo, Alemania. Mientras nosotros nos preparamos con partidos chafas con equipos de cuarta, los alemanes se han enfrentado a otros campeones como España y Brasil, seguramente aterrados por el juego contra México. Así que en este primer partido vale descartar un triunfo mexicano, si acaso podemos esperar una derrota digna o la remota posibilidad de un empate. Pero también es probable que suframos una goliza de 7 a 1 como la que los alemanes propinaron a los brasileños en su casa en el pasado Mundial. Sería catastrófico.

El siguiente juego es contra Corea del Sur el 23 de junio, a una semana de la elección. Sobre el que los villamelones cometen el error de darlo como un cheque en blanco para los nuestros. Hoy por hoy Corea cuenta con al menos cinco jugadores que destacan en clubes europeos en algunos de los cuales son verdaderas estrellas. Un encuentro en el que todo puede pasar: si gana México, estará en la pelea para los octavos de final, pero si es derrotado, toda esperanza estará perdida.

Así que el último encuentro contra Suecia en la fase de grupos, a sólo cuatro días del 1 de julio, puede significar el blanco o el negro, con todo que ganar o todo que perder; enfrentaremos a un equipo que si no es de los mejores europeos si tiene una enorme fortaleza, determinación y un esquema muy definido.

En este punto, vale destacar el factor Osorio: un entrenador que se siente genio y no es sino una pésima copia de aquel Rinus Michels, inventor del futbol total con una Holanda de fantasía comandada por Cruyff. Sólo que Osorio no ha entendido que Michels hacía rotar a sus mismos jugadores en el campo y no alineaciones completas cada partido.

En resumen: si México logra el milagro de calificar a la siguiente ronda, pareciera ser que el principal beneficiario de la alegría sería José Antonio Meade, a quien muchos perciben como candidato del establishment y la continuidad.

Pero si el Tri es un desastre en Rusia, el ánimo social será patrimonio de los furiosos y los encabronados. Y necesariamente se asociará a la situación económica —que nadie aventura que será mejor entonces— a la inseguridad, la corrupción, la injusticia y otros males endémicos. Creo que entonces, la factura habrán de pagarla con creces el gobierno, el PRI y su candidato. Y veremos a un sonriente Andrés Manuel diciendo que al cabo lo suyo es el béisbol; con el bat al hombro y dispuesto a pegar de homerun.

Google News