La libertad de su hijo la llevó a emprender este largo viaje. Con lágrimas en los ojos, Juana de la Cruz participa por primera vez en la peregrinación al Tepeyac, pero todo esfuerzo vale la pena con tal de ver a su hijo fuera de la cárcel. Luego de dos años en prisión por un delito que no cometió y sin fecha para que se resuelva el caso, su madre Juana, decidió recurrir a la única que puede concederle este milagro…la Virgen de Guadalupe. Es por eso que Juana se dispuso a recorrer más de 200 kilómetros con un cuadro de la Virgen María hecho por su hijo, para pedirle el milagro de que le conceda la libertad al amor más grande de su vida. “Este cuadro lo hizo mi hijo, ahí en la cárcel y por eso lo quise traer para ver si la Santísima Virgen me concede el verlo a mi lado otra vez. Él es el amor más grande de mi vida, por eso cualquier sacrificio vale la pena con tal de verlo fuera”. Con cansancio, tristeza y desesperación, la esperanza y la fe son los motores que impulsan a Juana a continuar caminando el último trayecto de la peregrinación para estar frente a la Virgen de Guadalupe. “Como es mi primera vez, sí está cansado, pero yo todo lo hago por mi hijo, porque espero que pronto pueda salir libre, porque él está preso injustamente, él no hizo nada y por eso le pedí a la Virgencita que me concediera el milagro”. Aunque en un principio la señora Cruz pensó en donar el cuadro realizado por su hijo, al finalizar la peregrinación lo rifará para así poder ayudarle económicamente a quien desde la cárcel reza junto con ella para que el milagro les sea concedido.

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